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Apoyar a los pequeños productores del campo o la agricultura familiar, como se le conoce en América Latina, y conectarla con los mercados de abasto de las urbes, son claves para dar oportunidad a una alimentación saludable, más ahora cuando el reto de la desnutrición y la obesidad se acrecentaron tras la pandemia, afirmó un funcionario regional de la FAO.
El consumo de alimentos saludables, es decir, frescos y con poco o nulo procesamiento, afronta obstáculos de acceso, bien sea porque no se consiguen o son caros, o por los hábitos del consumidor, especialmente el urbano, que lleva un ritmo de vida acelerado y bajo el intenso bombardeo de la propaganda de la comida chatarra.
Este es un escenario que afronta América Latina y el Caribe, donde el hambre, con 56 millones de personas que la padecen, "es un tema no resuelto", al que se suma "el crecimiento preocupante" de las que sufren sobrepeso y obesidad por el consumo de alimentos ultra procesados.
Así lo explicó el coordinador subregional para Mesoamérica y Representante de la FAO en Panamá y Costa Rica, Adoniram Sanches, a propósito del Día Mundial de la Alimentación.