La moda de la jota
Si no existiera el poder de los medios de comunicación audiovisual contemporáneos, incontables mexicanas –y mexicanos– no habrían conocido la manera en que muchos españoles pronuncian la jota –y la g y la x con ese sonido–. No habrían dispuesto de un modelo que imitar.
Hablantes de acá percibieron que en España se pronuncia la jota casi sonorizada y en los medios se empezó a imitar tal uso. De allí ese fenómeno ha estado bajando a la generalidad. Y la jota es un fonema sordo; velar fricativo sordo, decían los libros del maestro que el gobierno proporcionaba a los profes para introducir la gramática estructural.
Se puede observar en radio y televisión que principalmente conductoras emplean la jota a la manera española, o sea, ya no como es el modo usual en México, el que decían aquellos libros y los de fonética y fonología. Esas señoras y señoritas de los medios casi vuelven sonoro el fonema de la jota. Cuando lo emiten, por ejemplo, en rojo, paja, viejo, parece que han tratado de arrancarse una flema del velo del paladar. “En pronunciación enérgica la j pasa con facilidad de fricativa a vibrante […]”, dice un manual de pronunciación.
Ese modo enérgico de pronunciar la jota ha cundido y se aprecia mucho ya no sólo en las féminas ni sólo en los comunicadores de los medios. Entre la gente común ya se nota con frecuencia y parece que se establecerá como moda. La imitación tiende a contagiarse gracias al eficaz poder de los medios de comunicación social. Decía Aristóteles en la Poética que el ser humano “es inclinadísimo a la imitación”.
Ya que lo mencioné, añado que todo el capítulo I de su Poética Aristóteles lo dedica al análisis de la vocación imitadora y, aunque lo hace refiriéndose a la poesía, sus observaciones en mucho son aplicables a otras creaciones humanas. De cualquier manera, al principio del capítulo II se encuentra su siguiente afirmación: “el imitar es connatural al hombre desde niño, y en esto se diferencia de los demás animales, que es inclinadísimo a la imitación […]”.
Esa tendencia humana a imitar comentada por Aristóteles a veces la controlamos, pero otras veces la cultivamos. Contradictoriamente, buscamos agregarnos signos de identidad siendo como los otros. Creemos ser singulares porque hacemos lo que hacen otros. Voy a pronunciar la jota como la pronuncian los españoles o las gentes que oigo en los medios audiovisuales para que un rasgo generalizado me particularice, me haga sentir y ver especial. Contradicción para análisis de psicología.
Algunos textos que analizan, o por lo menos comentan el ser del mexicano, le señalan como rasgo peculiar la suavidad de trato y lo remontan a las culturas prehispánicas, reencontrándolo en la Colonia. Digo esto porque la jota sonora es ruda y la sorda es suave. Ya algunos cronistas de la conquista hablan del trato suave de los indígenas; en la literatura de la Colonia, Bernardo de Balbuena, con el barroquismo encendido, lo eleva a “trato divino” y “trato soberano”. La pronunciación suave de la jota, entonces, va con la forma de ser mexicana.
Pero abundo: Bernardo de Balbuena encuentra que en México “se habla el español lenguaje / más puro y con mayor cortesanía // vestido de un bellísimo ropaje / que le da propiedad, gracia, agudeza / en casto, limpio, liso y grave traje”.
Lo liso, la lisura, la suavidad del fonema de la jota hablada en México, parece, se perderá por influencia (imposición) de los medios y por la imitación. Reconozco que no es nada grave eso de que la jota pase de ser velar fricativa sorda a velar fricativa sonora; lo grave es la proclividad a la imitación. Si siempre imitas no dejas que se desarrollen tus particularidades. Por lo demás, el uso de la jota sorda se había impuesto ya en el primer tercio del siglo XVII en España “y en 1659 era el uso de la corte”.