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Ley mordaza

López Obrador impulsó en 2007, con el apoyo del senador Pablo Gómez, una reforma electoral que imponía una mordaza a presidentes, gobernadores y otros funcionarios.

Ley mordaza

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SERGIO SARMIENTO

La censura es siempre reprobable, pero lo es mucho más en el campo de la política. Si hay alguna actividad en la que es importante conocer las opiniones de los protagonistas es precisamente esta. Si no las conocemos, nos llevaremos grandes sorpresas cuando con el voto elijamos a gobernantes con ideas radicalmente distintas a las que les atribuimos.

En México, sin embargo, hemos construido un sistema electoral definido por la censura. No siempre fue así. Durante mucho tiempo tuvimos un sistema en el que la libertad de palabra se respetaba legalmente, aun cuando el gobierno y el partido oficial muchas veces la violaban en la práctica. En la campaña de 2006 el entonces presidente Vicente Fox hizo algunas declaraciones para tratar de detener el voto a favor del entonces candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador. Afirmó, por ejemplo, que “no se debe cambiar de caballo a mitad del río”. López Obrador enfureció y le espetó: “¡Cállate, chachalaca!”. Si bien solo hubo unas cuantas declaraciones del entonces presidente, el Tribunal Electoral determinó que había puesto en riesgo la equidad de la elección, aunque ratificó el resultado.

López Obrador impulsó en 2007, con el apoyo del senador Pablo Gómez, una reforma electoral que imponía una mordaza a presidentes, gobernadores y otros funcionarios. Esta regla se ha mantenido desde entonces. Tanto Felipe Calderón en 2012 como Enrique Peña Nieto en 2018 la respetaron y se abstuvieron de hacer declaraciones para influir en los procesos electorales. López Obrador, sin embargo, cambió de opinión al llegar al poder. Con la excusa de que su “pecho no es bodega”, ha intervenido abiertamente en las campañas. La Comisión de Quejas del INE decidió, el pasado 13 de julio, que no podía seguir haciendo declaraciones para influir sobre el proceso electoral.

“Me quieren silenciar, no quieren que ya hable”, respondió el presidente. “Si no quieren que hable de ellos, lo más equitativo es que ellos no hablen de mí, porque si ellos hablan de mí yo voy a tener derecho de réplica”, sí, ese mismo derecho de réplica que él se negó a otorgarle a Xóchitl Gálvez en la mañanera.

Entiendo que la actual ley es cuestionable. No solo obliga a la censura, sino que no nos permite conocer bien a los candidatos. A los ciudadanos nos conviene escuchar todos los argumentos, para conocer los distintos puntos de vista. Solo así se puede tener un voto informado. Pero la mordaza la incorporó el mismo López Obrador a la Constitución y a las leyes inferiores con la reforma electoral de 2007.

Si al presidente no le gusta la censura, sería ideal que promoviera una reforma que la eliminara. Estoy seguro de que no solo sus partidos políticos, sino también los de la oposición, estarían dispuestos a descartar una mordaza que busca impedir a los políticos hacer política. Solo que ya no es posible hacer cambios en la legislación para la elección presidencial de 2024. Las modificaciones que se realicen solo podrían aplicarse en procesos posteriores.

No deja de ser paradójico que una censura impulsada por López Obrador cuando estaba en la oposición hoy la rechace él mismo desde la Presidencia. Quiere decir que, o no sabía lo que estaba pidiendo en 2007 o que prefiere tener reglas que lo favorezcan en cualquier circunstancia. Yo considero que la ley debe modificarse. La libertad de expresión es un valor que debemos preservar, pero tanto el presidente como los gobernadores y demás funcionarios deben respetar la ley vigente. 

Escrito en: Sergio Sarmiento Jaque mate ley mordaza reforma electoral censura López, mordaza, declaraciones, Obrador

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