(SAÚL RODRÍGUEZ)
“Crece con mi voz en los umbrales / tu ausencia, más rotunda que la muerte / más fija que el dolor en cementerios: / faro ciego en glaciares de alegría”. Gilberto Prado Galán escribió estos versos para su poemario ‘Hojas de trébol’, el cual fue publicado en 1993, en un compendio llamado ‘Comarca de Soles’, una recopilación de la obra poética de los autores pertenecientes al grupo Botella al Mar. Allí, Gilberto comparte páginas con Saúl Rosales, Pablo Arredondo, Jaime Muñoz Vargas y Enrique Lomas Urista.
El poema es el último del libro. En él, Gilberto Prado Galán también versa acerca de pintar nombres sobre un muro de huesos, en una notable influencia de la cultura inca. Para los andinos, la muerte representaba un pasaje a otra vida, una vuelta de página, un cambio de tinta. El pasado lunes 21 de octubre se cumplieron dos años del sorpresivo fallecimiento del autor. La fecha no fue omitida por sus amigos y familiares.
Se llevó a cabo el mismo lunes por la noche en el centro cultural Casa La Morelos. Los más cercanos a Gilberto Prado Galán se dieron cita para efectuar un homenaje en su memoria. En la mesa se hicieron presentes el historiador Rodolfo Esparza Cárdenas, el escultor Rafael Torres Lugo, el arquitecto Eduardo Ruiz, el artista urbano Emanuel Azz y el gestor cultural César Alejandro Quiroz.
Hablaron de sus vivencias con el autor, brotaron anécdotas como flores en un jardín. Resaltaron su obra, sus libros escritos, su carrera académica, los más de 26 mil palíndromos que fue capaz de crear con su genio literario. Las palabras dieron paso a imágenes. Sobre una pantalla se proyectó un video. Gilberto apareció en diversas escenas fotográficas mientras la canción ‘El amigo que se fue’, del grupo Intocable, musicalizaba las transiciones.
Entonces llegó el momento de ceder el micrófono al público, solicitar palabras, voces distintas. Algunos hablaron de su gran influencia, de su calidad humana, de lo que le aprendieron como maestro. Entonces se pidieron aplausos, hubo que ponerse de pie y percusionar las palmas ante una ausencia que parece estar más presente que nunca.
Acto seguido, el arquitecto Eduardo Ruiz se dirigió a una de las habitaciones de la casa para inaugurar una pequeña muestra en honor a Gilberto Prado Galán. Dos hermanas del escritor fueron las encargadas de cortar el listón que tenso custodió la entrada por unos instantes.
La exposición contempló cuatro obras pictóricas. En una se vio a Gilberto sonreír ante el revuelo de algunos libros. En otra sonreía junto a su esposa, a quien profesó un profundo amor. Una tercera lo reprodujo ante un libro, como si le diera lectura, mientras algunas de sus palíndromas, como “efímero lloré mi fe”, se escapaban de las páginas en dirección vertical. La última lo muestra tras la ventanilla de un autobús del transporte público, leyendo y discutiendo con autores como Octavio Paz, Carlos Fuentes o Eduardo Galeano.
La noche también contó con la participación de del saxofonista Carlos Alberto Rodríguez, quien interpretó piezas musicales que eran del gusto del escritor lagunero.
Gilberto Prado Galán, nacido en Torreón en 1960, falleció el 21 de octubre de 2022 en la Ciudad de México. Tenía 62 años. Quienes lo conocieron comentan que durante sus últimos años profesó una profunda tristeza ante la partida de su esposa Leticia. Incluso llegó a externar el deseo de reunirse con ella.
“Lo que más duele es la esencia del ser amado, con plenitud durante largos y venturosos años”, es la frase con la que Gilberto abre Ella es el jardín, el libro que dedicó a su esposa y que, de alguna manera, hace recordar un poco al poema ‘Annabel Lee’, de Edgar Allan Poe, el cual el poeta estadounidense escribió tras el fallecimiento de su gran amor Virginia: “Pero nuestro amor era mucho más fuerte / que el de aquellos mayores que nosotros,”.
Cabe señalar que también el lunes por la mañana, durante la inauguración de la tercera Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, el Instituto Municipal de Cultura y Educación (IMCE), echó a andar una biblioteca móvil que llevará su nombre.