Art déco: el último gran estilo decorativo
En 1925 se llevó a cabo en París, Francia, la Exposition internationale des arts décoratifs et industriels modernes (Exposición internacional de artes decorativas e industrias modernas), que consolidaría el arranque del art déco como el último gran estilo decorativo del siglo XX. Este movimiento se venía gestando desde 1920, teniendo como antecedente al art nouveau, del cual derivaría como una versión geometrizante.
El déco no sólo se desarrollaría en el ámbito de las artes decorativas como joyería, muebles, ropa, cerámica, etcétera, sino que también influiría notablemente a la pintura, la escultura y la arquitectura, generándose así un estilo que se manifestó en múltiples aspectos de la vida de Occidente.
Sería especialmente cultivado en Estados Unidos, donde la estética déco era el medio ideal para representar el espectacular desarrollo económico norteamericano en el periodo de entreguerras, con una sociedad despreocupada que a ritmo del charleston y el jazz, entre lentejuelas y el humo de los cigarros, se divertía sin sospechar el fantasma de la crisis financiera que se avecinaba.
ANTECEDENTES
Varias son las influencias, estilos y movimientos que amalgamaron el déco. Como se ha dicho, le antecede el art nouveau, caracterizado por sus líneas ondulantes y sinuosas, inspiradas en las formas de la naturaleza: flores, hojas, mariposas, libélulas y cabellos de mujer que llenaban todo, desde los tapices de las paredes hasta los muebles y las joyas de las damas.
Sin embargo, la cosmopolita ciudad de Viena, Austria, que parecía competir con París como capital del arte, tenía también su propia versión del art nouveau, llamada “secesión”, donde las líneas ondulantes se contenían para dar paso a composiciones más geometrizantes, como los grandes cuadros dorados del pintor Gustav Klimt.
En 1903, Josef Hoffmann y Koloman Moser, apoyados por el empresario Fritz Wärndorfer, fundaron la Wiener Werkstätte, un taller de diseño que sería el antecedente directo del art déco, que defendía la obra de arte total y que duraría hasta 1932. Los diseños de Hoffmann, con su característico quadrat, buscaban una reducción ornamental que anticiparía inclusive al movimiento moderno. Sus sillones Kubus son una prueba de ello.
Su proyecto más ambicioso fue el Palacio Stoclet de Bruselas, realizado entre 1904 y 1914 para un cliente de acomodada posición económica. Realizado con gran refinamiento y lujo, utilizando materiales y acabados de la más alta calidad, anunciaba ya el déco con su monumentalidad, su estética geometrizante y exquisitos ornamentos.
VANGUARDIAS Y MIRADA AL PASADO
A pesar de la rica actividad artística vienesa, París continuaba siendo la capital del arte y a principios de siglo la ciudad bullía del espíritu renovador de las vanguardias que se atropellaban en su desarrollo, compitiendo entre ellas. En 1905 surge el fauvismo, en 1907 el cubismo y en 1909 Marinetti publica en Le Figaro el manifiesto futurista.
Asimismo, un público ansioso de novedades y espectáculos artísticos era seducido por los ballets rusos de Serguéi Diáguilev, que renovó esta disciplina con lo mejor del Ballet Imperial del Teatro Mariinsky de San Petersburgo, causando sensación en la Ciudad Luz, que se rindió ante el exotismo y color de obras como Scheherazade, con música de Korsakov y diseños de Léon Bakst.
Pero no sólo la danza y la música causaron revuelo, sino también los decorados y vestuarios, que también fueron inspiración para artistas del déco. Particularmente los figurines cubistas de Pablo Picasso para el Ballet Parade, con música de Erik Satie y dirigido por Jean Cocteau, fueron profundamente disruptivos en su momento.
El art déco se nutre de la geometría del cubismo y el futurismo. Además, cabe destacar el camino paralelo que tiene su desarrollo con el de la gran escuela de diseño, la Bauhaus, fundada en 1919 en la recién unificada Alemania. Ambas corrientes buscaban una simplificación en el diseño a través de formas geométricas básicas. Sin embargo, mientras la Bauhaus pretendía eliminar el ornamento para lograr un diseño limpio y funcional, el déco lo seguiría utilizando como un elemento de lujo y estatus.
Entre 1928 y 1929 ocurriría el descubrimiento arqueológico del siglo: la tumba de Tutankamón, cuyos espléndidos tesoros asombraron al mundo, influyendo también en el art déco por la estética de su orfebrería, que inspiró magníficas joyas de Cartier.
Por otro lado, el arte prehispánico, tanto maya como mexica, también ejerció una influencia notable en el decó, especialmente en la arquitectura.
ESPLENDOR
En la Ciudad de México, el antiguo edificio de bomberos —actual Museo de Arte Popular de la Ciudad de México— muestra mascarones de inspiración prehispánica en la base de su torre, o qué decir del vestíbulo del Teatro de Bellas Artes, ornamentado con mascarones de Chaac, el dios de la lluvia maya.
Sin embargo, este gusto por la estética prehispánica no es privativo de la arquitectura nacional. En Estados Unidos, el gran arquitecto Frank Lloyd Wright diseñó algunas casas con decoraciones inspiradas en Uxmal y Chichen Itzá. Destaca, por ejemplo, la Hollyhock House construida entre 1919 y 1921 en Los Ángeles, California, que recuerda a la arquitectura civil maya. Esta y la Ennis House, erigida en 1924, ya participan del espíritu del art déco por la simplicidad de sus formas y el gusto por la ornamentación con elementos exóticos e historicistas.
En Estados Unidos, el art déco fue cultivado con especial interés, ya que se convirtió en el vehículo perfecto para celebrar su primacía económica y un desarrollo tecnológico sin igual.
Esta búsqueda de grandeza y poder se representaría particularmente a través de la construcción de rascacielos, como el edificio Chrysler de Nueva York con sus 319 metros de altura, diseñado por William van Alen e inaugurado en 1930. En su momento fue el edificio más alto del mundo.
Considerado una de las mejores muestras de art déco, en él destacan sus gárgolas inspiradas en las de las catedrales góticas. Su modulación ascendente está rematada por una corona compuesta de siete arcos concéntricos que van disminuyendo, retranqueándose entre ellos. Recubiertos con acero inoxidable, nervados con forma de rayos de sol y ventanas triangulares, generan un magnífico juego de luces y sombras que se refuerza con la iluminación nocturna.
Otro ejemplo notable del déco norteamericano es el Radio City Music Hall dentro del complejo del Rockefeller Center de Nueva York. Este es una representación perfecta de lo teatral y efectista que puede ser el déco, desde sus maravillosas marquesinas de luces hasta su espléndida boca del escenario con su telón dorado, o las escenas orientalizantes de su gran vestíbulo.
En fin, el fascinante art déco es como un canto de cisne al ornamento en el arte como elemento definitorio del estilo. Después, sin embargo, triunfó el racionalismo con la supremacía de lo funcional sobre lo estético, tras la Segunda Guerra Mundial.
En Torreón, Coahuila, todavía existen bellos ejemplos de edificios art déco, como el Estadio Revolución, las portadas del Mercado Juárez o el Edificio Eléctrico, y si volteamos hacia arriba cuando caminamos por el centro de la ciudad, despejándonos un poco de nuestros pensamientos, podemos ver todavía los pisos superiores déco de antiguos edificios cuyas plantas bajas fueron terriblemente mutiladas por la ignorancia y el desdén debido a un interés económico.