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De política y cosas peores

ARMANDO CAMORRA

El chiste con el cual empieza mi artículo de hoy es de los que en México se llaman colorados, blue en Inglaterra y en España verdes. Los franceses le aplican a este tipo de chascarrillos la palabra risque, y advierten al lector: “Léalo bajo su propio riesgo”. Sin más preámbulos -perdón por el uso de esa expresión inéditahe aquí ese sicalíptico relato. Tres viajeros iban de noche en automóvil por un camino rural, y su automóvil sufrió una descompostura que los obligó a pedir hospedaje a un granjero cuya casa estaba cerca. El rústico había tenido por única lectura el Catecismo de Ripalda, y sabía que una de las obras de misericordia que todo buen cristiano ha de poner en práctica es dar posada al peregrino. Así, les dijo que eran bienvenidos, pero les informó que sólo disponía de una cama. Los tres tendrían que dormir en ella. A falta de acomodo mejor los viajeros aceptaron esa apretada hospitalidad. Al siguiente día, el que había dormido en la orilla izquierda de la cama les contó a los otros. “Anoche tuve un sueño extraño. Soñé que una estupenda rubia manipulaba mi entrepierna”. El que pasó la noche en la orilla derecha comentó: “¡Qué coincidencia! Yo soñé lo mismo, sólo que la manipuladora de esa parte era una preciosa morena”. El que durmió en medio de los dos narró: “Yo también tuve un sueño, pero muy diferente al de ustedes. Soñé que andaba esquiando en la nieve”. Este amigo mío, funcionario en una oficina donde se manejaban fondos públicos, tenía un hijo que por méritos propios recibió un empleo en la misma dependencia. Mi amigo habló con él: “Si metes la pata, aquí estoy yo para sacarte del apuro. Pero si metes la mano ni me busques”. Una de las machaconas cantaletas de AMLO consistió en decir que en la 4T no había corrupción. Escuché siempre esa canturria cum grano salis, o sea con cauteloso escepticismo, por la opacidad y encubrimiento con que en el sexenio obradorista se trataron los asuntos relacionados con los gastos del Gobierno. Todo se velaba con el pretexto de la seguridad nacional. Los dineros que los militares recibían para las obras que con aviesa intención les encargó el astuto tabasqueño eran empleados -y se siguen empleandoen forma totalmente discrecional y sin dar a nadie cuenta de su uso. Así las cosas, decir “Segalmex” en presencia de López Obrador equivale a mentar la soga en casa del ahorcado. De los miles de millones de pesos malversados ahí nadie sabe, nadie supo, lo cual lleva a pensar que alguien se bañó, pero salpicó a otros. Nuevamente evoco a la viejita que dijo en el confesonario: “Acúsome, padre, de que levanto falsos que luego salen ciertos”. La 4T incurrió en una corrupción peor que la del mero robo de dinero: se robó la Constitución, el Poder Judicial, el INE, las instituciones autónomas y todo aquello en que se finca el ejercicio democrático, cimiento de la vida republicana. Hace tiempo di una conferencia en Guadalajara. Al final se formó una fila de personas para solicitar mi autógrafo. Le pregunté a un señor su nombre. Contestó: “Vicente Garrido”. Al oír eso levanté la vista. ¡Quien pedía mi autógrafo era el gran compositor mexicano autor de “No me platiques más” y otras bellísimas canciones! Le dije: “Maestro: nunca en mi vida he negado un autógrafo. En este caso haré una excepción, porque no soy digno de darle yo mi autógrafo. Permítame más bien pedirle el suyo”. Respondió con una sonrisa: “Hagamos esto: deme usted su autógrafo y yo le daré el mío”. Y entre el aplauso de la gente intercambiamos los autógrafos. ¿Que no hubo corrupción en el sexenio de AMLO? No me platiques más. FIN.

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