La foto quedará. Cuatro presidentes latinoamericanos y Ursula von der Leyen, cabeza de la Comisión Europea, dándose la mano. Atrás quedan 25 años de negociaciones. La Unión Europea y Mercosur pactan crear ¡la mayor zona de libre comercio… del mundo! Más de 700 millones de consumidores potenciales, del hemisferio norte y del sur. A pesar de las distancias, sus economías tienen enormes potenciales complementarios. El mundo cambia.
Imaginemos los productos industrializados y bienes de capital de la UE llegando -sin aranceles- a los 220 millones de consumidores brasileños. O viceversa, el potencial agrícola y minero de Brasil, circulando por la Unión. Al final está el consumidor europeo con alimentos a mejor precio, o los automóviles europeos circulando por Bahía. Es Brasil, que siempre se ha soñado como imperio, pero cuyo producto per cápita (ppc) no llega a los 9,000 dls. Vienen los equilibrios políticos: un tercio de sus exportaciones va a China, país que ya se convirtió en su principal socio comercial. Lula da Silva mirando a Europa como próxima escala en el desarrollo del gigante. Milei de una Argentina -50 millones, menos de 10 000 dls. de ppc- que fuera una de las diez principales potencias del mundo hace un siglo, negociando. El "granero del mundo" abriéndose horizontes más allá de Brasil y de …China. Lacalle Pou por el Uruguay, el pequeño país que siempre nos da lecciones: exportador de productos agrícolas, pero también textiles, resinas o caucho. Paraguay -menos de 7 millones, 6 500 dls. ppc- pero que genera envidia por su capacidad hidroeléctrica, hoy muy cotizada. Mucho que comerciar, con ganancias para las empresas, sí, pero, sobre todo, para los ciudadanos.
Lo más alentador está allende el comercio que involucrará a 31 países y 100 000 millones de intercambios anuales. Todo acuerdo comercial encierra un pacto civilizatorio. "Ambas partes -recordó von der Leyen- creemos que el cambio climático es el reto decisivo de nuestro tiempo… el acuerdo refleja nuestro compromiso con el Acuerdo de París sobre cambio climático y la lucha contra la deforestación". Eso se escuchaba en Montevideo, cuando en el norte del hemisferio llega al poder un equipo que no cree en la ciencia y menos en el cambio climático.
La alemana fue más lejos: "La Unión Europea y el Mercosur comparten también la convicción de que la cooperación internacional es el verdadero motor del progreso y la prosperidad". Y de nuevo, al norte, Trump descree de los mecanismos multilaterales a los cuales maltrató en su primer período. En la prensa estadounidense el acuerdo pasó casi inadvertido, sin darse cuenta que su obsesión china pasa por el Mercosur y la Unión Europea. Resistencias habrá y muchas, las más visibles, los productores agrícolas de Francia que históricamente se han beneficiado del cierto proteccionismo. Pero son justo esas resistencias las que convierten este acuerdo en un avance muy significativo para el orbe. El comercio ha sido la puerta de entrada de muchos avances civilizatorios, pues detrás de él vienen las exigencias democráticas, libertades, elecciones libres y justas, etc. Respeto a los derechos humanos y a una estructura judicial que garantice a todos los involucrados una impartición de justicia profesional e independiente. Observa México: ¡es un pacto civilizatorio!
Por eso alienta que Sheinbaum se aleje de los dimes y diretes con Trump y -de una vez por todas- haya reconocido sin ambages nuestra pertenencia al bloque de Norteamérica y las posibilidades del T-MEC para "enfrentar" a China. Más que enfrentar quizá se trata de lidiar con el monstruo en términos benéficos para todas las partes y sin engaños. Nuestros socios del T-MEC, difícilmente se opondrán a su postura, aunque el mismo día Trump haya lanzado la inhumana fanfarronada de deportar familias enteras, pero "sin dividirlas" y habló de terminar con el "subsidio" ¿¿?? a México.
Interesante fin de semana.
¿Qué será de Siria?
