Se ha ido el hombre, pero de manera oficial, ha dado paso a la leyenda. Fernando Valenzuela Anguamea, el más grande pelotero mexicano de todos los tiempos, falleció anoche, a la edad de 63 años.
Huésped obligatorio del olimpo del deporte mexicano, "El Toro de Etchohuaquila" deja una huella imborrable en el beisbol latinoamericano, no solamente por sus formidables números en las Grandes Ligas, sino también por el carisma que le caracterizó, aspectos que lo convirtieron en una de las más grandes personalidades de la cultura popular mexicana. Los Dodgers de Los Ángeles, la franquicia con la que se encumbró en el mejor beisbol del mundo, fueron los encargados de dar a conocer la terrible noticia, a través de sus redes sociales oficiales, lo cual desató una oleada de condolencias por parte de numerosos deportistas, políticos, personalidades, equipos, y demás.
METEÓRICO ASCENSO
Tras una infancia marcada por dificultades económicas en Etchohuaquila, una pequeña población perteneciente a Navojoa, Sonora, Fernando empezó a jugar beisbol, influenciado por cuatro de sus hermanos, desde siempre destacó, al grado que muy joven, en 1977, fue firmado por los Leones de Yucatán. No pasó mucho tiempo enfundado en la franela peninsular, apenas debutó en Liga Mexicana del Pacífico, con el equipo de sus amores, los Mayos de Navojoa, de donde se proyectó a la Liga Mexicana de Beisbol, jugó brevemente con Puebla y un año más tarde firmó con los Leones de Yucatán, con quienes también lanzó poco, en Liga Mexicana de Beisbol.
Y es que en 1979 apareció en la vida de Fernando, el legendario buscador de talentos cubano, Mike Brito, quien decidió firmar al joven lanzador zurdo, para llevarlo a probar suerte con los Dodgers de Los Ángeles. Valenzuela había sido un pitcher bastante regular, con velocidad decente y buen movimiento de sus lanzamientos, pero "Babo" Castillo le enseñó a lanzar el screwball o "tirabuzón", y ese pitcheo lo llevó a ser prácticamente intocable, tanto que fue su arma principal al llegar a las Grandes Ligas, en 1980.
Tuvo 10 apariciones en su temporada de debut, en la que obtuvo 2 victorias, sin derrotas, pero fue sólo el presagio de la magnífica temporada de 1981, en la que, en medio de un ambiente convulso en las Ligas Mayores, se desató la "Fernandomanía", que convirtió al regordete pitcher mexicano, en la mayor figura del deporte estadounidense. En el juego inaugural de ese 1981, el 9 de abril, el mánager de los Dodgers, Tom Lasorda, echó mano de Valenzuela como una emergencia, ante la lesión del pitcher Jerry Reuss, quien estaba programado para lanzar ese día, una situación que dio paso a una inolvidable carrera en Las Mayores.
El novato respondió a la confianza de su mánager y se apuntó una blanqueada de cinco imparables: así fue como se ganó para la siguiente década un sitio en el staff de abridores del equipo angelino. En sus primeras ocho aperturas de 1981, Fernando Valenzuela acumuló marca de 8-0, algo que no se lograba desde 1946. "El Toro" completó esos ocho juegos, incluidas cinco blanqueadas. Esa racha quedó rubricada con una efectividad de 0.50, con 17 bases por bolas y 68 ponches en 72.0 entradas de labor.
Su gran carisma y su peculiar forma de lanzar lo convirtieron en ícono del deporte mexicano. Acaparó la atención de los medios de comunicación. Millones de aficionados en México y la comunidad latina en Estados Unidos estaban al pendiente de sus actuaciones. Además, la estadía de Fernando Valenzuela con los Dodgers en la década de los años 80 sirvió para que la organización se reconciliara con la comunidad de mexicanos en California. Dodger Stadium fue construido en Chavez Ravine, una zona en la que vivían muchos México-Americanos que fueron desplazados de la zona para la construcción del estadio.
La "Fernandomanía" se extendió hasta la Serie Mundial: con los Dodgers abajo 0-2 en el Clásico de Otoño, Fernando Valenzuela subió a la lomita de las responsabilidades para el Juego 3 ante los Yankees de Nueva York y lanzó un juego completo de 9 entradas, con cuatro carreras, nueve hits, siete bases por bolas y seis ponches. Valenzuela le devolvió la vida a los Dodgers, que ya no volverían a perder en esa Serie Mundial. Aquel día "El Toro" se convirtió en el primer mexicano en iniciar un juego de Serie Mundial, primero en ganar un juego y único hasta el momento en lanzar un juego completo.
Terminó la campaña de 1981 con récord de 13-7 y una efectividad de 2.48 en 25 aperturas. Obtuvo el premio al Novato del Año y el Trofeo Cy Young, para convertirse en el único en la historia de las Grandes Ligas en ganar esos dos premios el mismo año. Además, se llevó el Bat de Plata como lanzador en la Liga Nacional y su anillo de campeón de la Serie Mundial. En la temporada de 1983 Valenzuela se fue al arbitraje salarial y consiguió un contrato de un millón de dólares: fue de los primeros en obtener un acuerdo de siete dígitos. En loma de los disparos, continuó con un desempeño increíble: tuvo récord de 15-10 y un porcentaje de carreras limpias admitidas de 3.75 en 35 juegos iniciados.
SÚPER ESTRELLA
El dominio del "Toro" también llegó al Juego de Estrellas. El 15 de julio de 1986, en el Astrodome de Houston, Teodoro Higuera relevó por la Liga Americana y Fernando Valenzuela por la Liga Nacional. En la quinta entrada "El Toro de Etchohuaquila" ponchó a Higuera para empatar la marca de Carl Hubbell, que databa de 1934, de cinco ponches consecutivos en Juego de Estrellas. La de 1986 sería su mejor campaña en las Grandes Ligas: tuvo récord de 21-11 y una efectividad de 3.14 en 34 aperturas, completó 20 juegos y estableció la marca aún vigente de más ponches en una temporada para un mexicano, con 242. Quedó segundo en la carrera por el Cy Young de la Liga Nacional, detrás de Mike Scott, de los Astros de Houston.
En 1988, año en lo que los Dodgers le ganaron la Serie Mundial a los Atléticos de Oakland, Fernando Valenzuela sólo ganó cinco juegos y se perdió gran parte de la temporada debido a una lesión en su brazo de lanzar. En aquella década de magia con los Dodgers, mirando al cielo invariablemente entre pitcheo y pitcheo, Fernando Valenzuela fue convocado en seis ocasiones al Juego de Estrellas (de 1981 a 1986). Ganó el Premio al Novato del Año de la Liga Nacional en 1981, el Premio Young de la Liga Nacional en 1981, el Guante de Oro para lanzador en 1986 y en dos ocasiones se llevó el Bat de Plata como lanzador: 1981 y 1983.
El 29 de junio de 1990 Fernando Valenzuela lanzó un juego sin hit ni carrera con los Dodgers de Los Ángeles ante los Cardenales de San Luis. "El Toro" lanzó las 9.0 entradas sin hit, otorgó tres bases por bolas y ponchó a siete. Su receptor fue Mike Scioscia y el último out del juego fue una rola para doble play del dominicano Pedro Guerrero, su ex compañero de muchos años con los Dodgers.
Ese mismo día, por la mañana, Dave Stewart lanzó un no-no con los Atléticos de Oakland ante los Azulejos de Toronto. Cuenta la leyenda que previo al juego de los Dodgers, durante el calentamiento, al enterarse Valenzuela de la joya de pitcheo de Stewart, él comentó a manera de broma "ya vieron uno en televisión, ahora verán uno en vivo". El zurdo fue dejado en libertad por los Dodgers después del entrenamiento primaveral de 1991. De esta manera llegó a su final el romance de Fernando Valenzuela como pelotero con los Dodgers de Los Ángeles. Esa temporada salió del equipo y encontró refugio con los Angelinos de California. Posteriormente se enfundaría en las franelas de los Padres de San Diego y los Cardenales de San Luis, para de esa forma rubricar una fantástica carrera. El exceso de trabajo en los años 80 y el uso constante del screwball, que para lanzarse requiere de un movimiento antinatural de la mano y el brazo, habrían recortado su carrera en las Ligas Mayores.
En total, jugó 17 temporadas en las Grandes Ligas con los Dodgers de Los Ángeles (1980-1990), Angelinos de California (1991), Orioles de Baltimore (1993), Filis de Filadelfia (1994), Padres de San Diego (1995-1997) y Cardenales de San Luis (1997). Su marca de por vida en el mejor beisbol del mundo fue de 173 triunfos y 153 derrotas, con una efectividad de 3.54 en 453 apariciones, 424 de ellas como abridor, y 2,930 episodios de labor. Otorgó 1,151 bases por bolas y ponchó a 2,074 bateadores. Se mantiene como el máximo ganador de juegos entre los lanzadores mexicanos en la Gran Carpa en todos los tiempos con 173. Además, aún posee las marcas entre los mexicanos en las Grandes Ligas de juegos iniciados (424), juegos completos (113), blanqueadas (31), entradas lanzadas (2.930.0) y ponches (2,074).
Otro rasgo que caracterizó a Fernando Valenzuela fue que era un buen bateador: dejó números ofensivos en MLB de .200 de promedio de bateo, 187 imparables en 936 turnos al bat, conectó 10 cuadrangulares y remolcó 84 carreras. Como bateador emergente tuvo un promedio de .368 (de 19-7). En dos ocasiones con los Dodgers fue llamado para jugar en los jardines y una vez la primera base, en un juego maratónico de extra innings.
Ingresó al Salón de la Fama del Beisbol Mexicano, como parte de la generación del 2014, junto a Daniel Fernández, Ricardo Sáenz y Cuauhtémoc Rodríguez (directivo). En el 2003 regresó a la organización de los Dodgers de Los Ángeles como comentarista de radio para las transmisiones de los juegos en español, junto a Jaime Jarrin y Pepe Yñiguez. Realizó sus comentarios detrás del micrófono a lo largo de 21 años, función que desempeñó hasta que fue hospitalizado en septiembre de 2024, tres semanas antes de su fallecimiento. Descanse en paz, Fernando "El Toro" Valenzuela.
FERNANDO VALENZUELA.