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El diagnóstico médico y la protección del paciente

La experiencia del profesional de la salud y los desarrollos técnicos hacen posible la aplicación de distintos tipos de procedimientos para detectar el padecimiento de un enfermo, con la mayor certeza posible, a fin de emplear el tratamiento más adecuado

Foto: Freepik

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FABIO PÉREZ VÁSQUEZ

El diagnóstico permite identificar el problema de salud de un enfermo. En él se fundan los cuidados y recursos que tienen como fin la recuperación. Para llegar a él, pacientes y profesionales sanitarios deben hacer equipo. 

A veces, diagnosticar adquiere el aspecto de un camino largo y complejo. Son indispensables, para librar los escollos, la comunicación con el aquejado, el reconocimiento físico, realizar pruebas y estudiar los resultados antes de pronunciarse sobre el padecimiento a combatir y su tratamiento. 

Los riesgos que entraña esta parte de la atención clínica son variados. Un diagnóstico incorrecto o la ausencia de él, por ejemplo, favorecen a la enfermedad, lo que permite a ésta causar más daño al organismo. En el extremo más perjudicial, se puede presentar una discapacidad o incluso la muerte del afectado. 

“Diagnósticos correctos para la seguridad del paciente”, tal es la arenga que hace la Organización Mundial de la Salud (OMS) a la comunidad sanitaria. 

EN BUSCA DE 

Enfermedades y lesiones son identificadas a partir de los signos y síntomas que las caracterizan, el historial del paciente y el examen físico respectivo. Una vez establecido el diagnóstico clínico, es posible que sean necesarias pruebas complementarias, como análisis de sangre, imágenes o biopsias. 

Cuando el médico ya ha dado su veredicto, puede sugerir opciones, según las necesidades de la persona, para solucionar el problema de salud. Hablamos de alternativas como tratamiento con fármacos, cirugía, terapia física o psicológica, dieta, ejercicio, el uso de algún dispositivo, etcétera. 

TIPOS 

Antes de avanzar es importante mencionar los diferentes tipos de diagnóstico médico que existen. Se clasifican según los métodos empleados para extraerlos, la certeza que ofrecen o el área fisonómica aplicada.

Clínico. Considera la sintomatología, el historial y el examen físico de la persona para identificar una enfermedad. 

De certeza. Emplea métodos y análisis complementarios para conseguir el resultado más preciso posible. 

Preliminar. Se trata de una suposición razonable hecha por el doctor, según lo percibido en la entrevista médica y la exploración física. 

El diagnóstico anatómico se enfoca en detectar lesiones en órganos o sistemas. Foto: Unsplash/ National Cancer Institute
El diagnóstico anatómico se enfoca en detectar lesiones en órganos o sistemas. Foto: Unsplash/ National Cancer Institute

Anatómico. Identifica lesiones en órganos, tejidos o sistemas del cuerpo humano. 

Sintomático. La enfermedad es reconocida a partir de los síntomas que muestra el aquejado. 

Diferencial. Puesto que varios síntomas pueden estar relacionados con distintos padecimientos, se consideran todas las posibilidades para determinar el problema. 

Etiológico. Apunta a las causas del padecimiento. 

Genético. Se enfoca en la base genética del paciente para descubrir una enfermedad hereditaria. 

Todos los tipos enunciados ayudan a determinar, con un grado importante de seguridad, la enfermedad a combatir. A veces, conviene hacer más de un diagnóstico para asegurar el resultado.

HUMANIDAD 

En la consulta, es indispensable que el paciente sea visto como un ser humano y no como una enfermedad, decía Erich Fromm, psicoanalista alemán. Bajo esa luz, el encuentro entre profesional de la salud y aquejado adquiere la categoría del aspecto más sensible y humano de la práctica clínica. 

El uso de computadoras y la irrupción de la inteligencia artificial están teniendo, entre los beneficios que producen, un efecto poco deseable: una crisis de la relación médico-paciente, tan antigua como la propia medicina. 

¿Qué requisitos debe cumplir una buena entrevista médica? Permitir que el enfermo se exprese de forma libre y espontánea; definir todos los síntomas y obtener la mayor información posible de ellos, así como ordenarlos cronológicamente y determinar las circunstancias en que iniciaron. También hay que definir cuánto tiempo se ha mantenido el cuadro clínico y la relación de los síntomas con funciones fisiológicas, actividades, hábitos y situaciones tanto afectivas como sociales.

En la comunidad científica hay quienes atribuyen a la entrevista entre un 50 y un 70 por ciento del diagnóstico; junto al examen físico, completarían un 80 o 90 por ciento del diagnóstico. 

El examen físico se realiza después de entrevistar al paciente, utilizando todos los aparatos que sean necesarios para diagnosticar el padecimiento.  Foto: Freepik
El examen físico se realiza después de entrevistar al paciente, utilizando todos los aparatos que sean necesarios para diagnosticar el padecimiento. Foto: Freepik

¿Y EL EXAMEN FÍSICO? 

Se hace después de la entrevista. Para ello, el profesional de la salud debe disponer de un mínimo de condiciones adecuadas: un local, camilla, sábana, iluminación, etcétera. El médico debe efectuar bien cada maniobra, en un orden preciso y haciendo uso de los aparatos necesarios. No hay que examinar por encima de las prendas al paciente, pero sí debe respetarse el pudor del enfermo. 

Si la examinación se realiza cuando ya se tiene un diagnóstico, es necesario buscar todos los datos físicos que la enfermedad en cuestión pueda originar. Una tarea más consiste en definir cuándo un signo es equívoco o dudoso y consignarlo así. 

Cabe mencionar que el desarrollo científico técnico ha brindado a la comunidad clínica un arsenal de medios complementarios para llevar el diagnóstico a buen puerto. Muchas veces estas herramientas ofrecen la posibilidad de llegar al mismo en una fase más precoz de la afección, cuando las manifestaciones clínicas más severas aún no están presentes. 

CONFUSIÓN 

Algunas enfermedades poseen una coincidencia de síntomas bien conocida que dificulta el diagnóstico. Disminuir la incertidumbre sobre el padecimiento que se observa es, muchas veces, producto del ojo clínico, de la experiencia acumulada por el profesional de la salud. 

A veces se posee evidencia suficiente y no se necesita ningún complemento para diagnosticar. Sin embargo, en el contacto diario con los pacientes llega a ocurrir que el doctor se queda con los diagnósticos que ofrecen el menor margen de error. 

Aunque parezca estar bajo control, la incertidumbre siempre estará al acecho, dado que el diagnóstico médico se las ve con la complejidad que entraña el paciente en cuestión, la cual se desglosa en componentes biológicos, psicológicos, sociales, culturales e incluso espirituales. 

Para obtener buenos resultados deben entrar en juego las mejores herramientas de las que dispone el médico: prudencia, sentido común y un razonamiento correcto, en combinación con una sólida formación, los datos aportados por ensayos clínicos y la medicina basada en evidencia. Una actuación dirigida por esas luces es la que cabe esperar de un profesional de la salud.

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