En la balanza de las urnas pesaron más los aciertos del Gobierno y la confianza en Manuel López Obrador, que los múltiples desatinos de la administración, la andanada de la «comentocracia» y las campañas negras. La 4T afectó intereses económicos y políticos, pero se atrajo a las mayorías. El rechazo de las cúpulas a la reforma judicial y las presiones dentro y fuera del país para impedir su aprobación tenían por objeto conservar su influencia y privilegios dentro de un aparato de justicia viciado. AMLO ganó «en buena lid y en el campo político a los orgullosos guardianes del templo neoliberal y defensores del statu quo», dice Lorenzo Meyer en su columna El mesías tropical venció (El Siglo de Torreón, 08.09.24).
El escritor participó en los foros «Diálogos por la Transformación Encuentro con la Sociedad Civil», eje del plan de Gobierno de Claudia Sheinbaum, sin ser militante de Morena. Autor de El poder vacío. El agotamiento de un régimen sin legitimidad (Debate, 2019), Meyer advierte que el dúo de AMLO y su sucesora «funciona como una unidad política». Observa, asimismo, que el apoyo de las bases obradoristas representa «el punto de partida del respaldo social del que dispondrá Claudia Sheinbaum al hacerse con la conducción del país». Sin embargo, acota, ya no tendrá al lado a López Obrador -«creador y líder indiscutible de un movimiento de masas (Morena) convertido en el motor de un proceso de cambio de régimen»-. Será ella quien gobierne a partir de hoy, y no quien la preceda en el cargo.
En el futuro -precisa Meyer-, «la importancia y dimensiones del lopezobradorismo no van a depender solo de lo hecho por el político tabasqueño, sino también de la manera en que sus sucesores aprovechen (o desaprovechen) su legado». La historia no termina «con el retiro del personaje», capítulo que apenas empieza a escribirse, apunta. «Como sea, aquel a quien sus detractores llamaron "Mesías tropical" (…) logró congregar en torno suyo a multitudes, cimbrar a la sociedad de su tiempo y a querer, que la echó a andar por un rumbo nuevo».
Genaro Lozano dice en «El cierre»: «AMLO se va con una aprobación alta (entre 65 y 75%) y con plazas llenas. En muchos sentidos, no habíamos visto a un presidente mexicano cerrar su sexenio así (…) desde que empezó la democracia electoral en México y quizá también desde Lázaro Cárdenas». López Obrador, a diferencia de otros presidentes, no solo superó escándalos y crisis, también incidió en un cierre de sexenio favorable y de acuerdo con sus planes, afirma.
«La encuesta de Fin de sexenio de De las Heras revela que la narrativa (presidencial) permeó (…). Hasta un 82% de los encuestados considera que México vivió una transformación con AMLO. Y no solo esto. Un 89% considera que esta transformación fue para bien. A pesar de malos indicadores en rubros como salud o seguridad, la gente (…) ve algo que la comentocracia no. Los años de AMLO dejarán a muchos analistas con la necesidad de usar unos lentes distintos para ver al país o por lo menos para cuestionarse a sí mismos si siguen contribuyendo al debate público nacional» (Reforma, 04.09.24).
A Lozano no le asusta «tanta legitimidad» de Morena; al contrario, le parece positiva, pero repara: «ninguna democracia sobrevive sin oposición». Los culpables del «terrible estado» de los partidos contrarios a Morena, señala, son los liderazgos «que no supieron renovarse ni entender lo que pasó en el país en los últimos seis años. El ocaso opositor solo lanza un poco de luz naranja con MC (…). AMLO se va de la presidencia, se va por lo alto y su legado queda para el juicio de la historia», concluye.