Boliviano Josmar Flores Pereira. (ARCHIVO)
Este domingo, un pasajero intentó desviar un vuelo de la aerolínea Volaris hacia Estados Unidos, teniendo que ser sometido y ya en tierra puesto a disposición de las autoridades.
México tiene una historia de vuelos que han sido tomados rehenes o han sufrido intentos como el de este domingo 8. Uno "reciente" e impactante ocurrió años atrás en septiembre de 2009, cuando un boliviano de nombre Josmar Flores Pereira amenazó con explotar un avión de Aeroméxico si no hablaba personalmente con el entonces presidente Felipe Calderón.
De acuerdo a medios internacionales, Flores Pereira fue detenido tras secuestrar un avión de Aeroméxico el 3 de septiembre de 2009.
El boliviano era un sacerdote evangelista que creció en Santa Cruz, donde tuvo una infancia normal hasta que a los 14 años perdió a uno de sus mejores amigos en un accidente vial, al volcarse el vehículo que él conducía.
La madre relató a la BBC que a partir de entonces “perdió el norte de su vida” y a los 16 años se convirtió en chofer de camiones de la empresa de transporte que tenía su padre.
Como chofer tuvo acceso a las drogas, de las que se volvió adicto, tras el intento de su padre por retirarlo de la adicción al quitarle su trabajo, Josmar comenzó a asaltar a los conductores de la compañía.
Por sus crímenes fue puesto en prisión y su padre lo desterró a México, donde su situación se volvió tan crítica que intentó morir por suicidio, en ese momento fue encontrado por un evangelista quien lo convirtió en cristiano.
Después de tiempo volvió a Bolivia y de nuevo a México, ahora con la intención de que Calderón le concediera “una apertura para predicar la palabra de Dios”.
Su esposa supo que planeaba secuestrar un avión, a fin de que el presidente “lo escuchara”.
Llegado el momento, Flores Pereira amagó con hacer explotar el avión que procedía de Cancún rumbo a la Ciudad de México y que transportaba a 104 pasajeros. Al aterrizar la aeronave, fue detenido por la Policía Federal a la que declaró que había tenido una “revelación divina” y quería advertir al presidente sobre un terremoto a gran escala iba a ocurrir en México.
De los explosivos luego se reveló que fueron dos latas de jugo rellenas de tierra.
El hombre fue sentenciado tres años más tarde, en 2012, donde la justicia determinó que era un “enfermo mental”, recibiendo cuatro años de tratamiento siquiátrico.
En 2014, el religioso salió en libertad luego de obtener un amparo del Cuarto Tribunal Colegiado Penal del Primer Circuito en el entonces Distrito Federal.