EPILEPSIA
El perro al igual que los seres humanos, tiene un sistema nervioso complejo, bien desarrollado y cualquier alteración del mismo, por pequeña que sea se manifiesta rápidamente. Uno de los problemas nerviosos que debemos tratar en la práctica son los ataques (espasmos).
El perro tiene convulsiones, patalea, arroja espuma por la boca y está aparentemente inconsciente. El ataque nervioso puede durar unos pocos segundos solamente y ocurre, más comúnmente, cuando el animal está excitado.
Una de las causas en la mayor parte de los casos es la epilepsia, la causa precisa de ésta no está completamente aclarada.
Su presencia en la primera edad ocurre cuando el cachorro se encuentra dentro de la dentición entre los dos y seis meses de edad, especialmente si tienen infestación fuerte de lombrices o tenías. El cachorro con esta parasitosis tiene el vientre abultado y redondeado.
Más tarde la epilepsia puede ser debida a shock, temor, lesiones, excitación, ansiedad, dolor o fatiga, por ejemplo: después de una intervención quirúrgica o después de un parto.
Comidas abundantes a base de carbohidratos o cambios repentinos de temperatura, pueden iniciar un ataque nervioso, así como también variaciones en la glucosa.
Los espasmos epilépticos persistentes y más difíciles de tratar se presentan sin que aparentemente exista un factor específico de iniciación y pueden ser hereditarios o el resultado de lesiones congénitas en el cerebro, o causadas por una herida en la cabeza.
Los espasmos son también una característica del moquillo, en su forma nerviosa, por tanto es fácil asociar a la epilepsia con esta enfermedad.
Les sugerimos por tanto a los dueños de mascotas, que vacunen y revacunen con cierta periodicidad, a sus perros, y también procuren desparasitarlos tres o cuatro veces al año.
Ante cualquier cambio de conducta, incoordinación, o incipientes ataques (convulsiones), lleven a sus mascotas con su médico veterinario de confianza, para que éste lo valore, y empiece un protocolo de tratamiento, si así lo juzga necesario.
Y ahora para terminar una gota de filosofía.
Tú nunca tiembles, aunque te cobije el miedo.