Actualmente la indumentaria deportiva se asocia con un estatus social privilegiado. Imagen: Territory Studio
Durante casi tres cuartas partes del siglo pasado y al menos la primera década de este, el desarrollo económico de los países estuvo vinculado con los procesos de industrialización. Sin embargo, Internet, las nuevas tecnologías y la revolución digital han convertido al sector terciario (servicios) en la actividad económica dominante a nivel global. Por ejemplo, actualmente en México el 59.51 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB) es generado por este sector, mientras que en Estados Unidos representa aproximadamente el 77 por ciento y en Inglaterra alrededor del 79 por ciento. La educación, la salud, el turismo, los servicios en línea, el ocio, los deportes, entre muchos otros, concentran la mayoría de actividad económica en los países.
Se puede tomar como ejemplo el deporte, cuya importancia ha sido creciente en los últimos años por su relación con el entretenimiento y con una identidad cultural.
Prueba de la expansión del deporte dentro del sector servicios es el aumento exponencial de la mercancía que ofrecen las marcas en este ramo, los espacios para su práctica construidos por empresas especializadas, la infraestructura desarrollada por los gobiernos, así como los nuevos servicios asociados: alimentación, salud y apuestas. De ser un medio de esparcimiento sencillo, el deporte pasó a ser un conjunto de actividades y productos para los consumidores, quienes están dispuestos a gastar en función del placer que reciben de un evento atlético.
En México, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el sector de Servicios de Esparcimiento Culturales y Deportivos, y otros Servicios Recreativos representó en 2023 más de 140 mil millones de pesos del PIB, registrando 64 mil 314 unidades económicas que aportan riqueza. Estado de México, Ciudad de México y Jalisco son las entidades federativas con mayor número de empresas registradas en este ramo. La población ocupada en el sector es de aproximadamente 942 mil trabajadores.
IMPACTO OLÍMPICO
Este año se llevará a cabo el máximo evento deportivo a nivel mundial: los Juegos Olímpicos, que se celebrarán en París, Francia, donde se proyecta la reunión de 10 mil 500 atletas procedentes de alrededor de 200 países, convirtiendo al evento en un negocio que generará miles de millones de dólares tanto para el Comité Olímpico Internacional (COI) como para los anfitriones y, por supuesto, para los medallistas que se convertirán en los ejemplos a seguir de millones de personas.
No se puede perder de vista que las naciones participantes en la justa deportiva en ocasiones utilizan el evento para fijar una postura respecto a un tema internacional, convirtiéndolo en un campo de disputa política e ideológica, por lo que no escatiman en los recursos para impulsar a sus mejores deportistas y demostrar al mundo donde están “los mejores”. Sin embargo, la principal tendencia de las Olimpiadas tiene que ver con “el negocio” y sus dilatadas ganancias.
Medir el impacto económico de un megaevento artístico o deportivo es complejo debido a todas las actividades que los rodean, sin embargo, en un estudio encargado por el COI y de acuerdo al Centro de Derecho y de Economía del Deporte (CDES), París recibirá aproximadamente 12 mil millones de dólares, distribuidos de la siguiente manera: cinco mil millones de dólares por organización, tres mil 200 millones en construcción y aproximadamente cuatro mil millones por concepto de turismo durante las competencias. De acuerdo al portal digital Statista, las últimas cuatro olimpiadas superaron los 13 mil millones de dólares.
La relevancia del deporte en la economía se ha transformado significativamente en las últimas dos décadas y definitivamente continuará su expansión en cuanto a generación de riqueza, empleo y consumo. Desde la captación de aficionados fieles a una marca o un equipo y el uso de nuevas tecnologías hasta los ingresos por patrocinios, las apuestas, el valor de las marcas y la práctica deportiva en sí, la dinámica de esta industria parece estar definida para los próximos años.
TECNOLOGÍA ASOCIADA AL DEPORTE
No se puede perder de vista que la importancia económica de los deportes está directamente influida por las nuevas tecnologías, que se usan, por ejemplo, en zapatos ergonómicos o camisas dryfit. El desarrollo de estas vestimentas implica grandes inversiones en investigación por parte de las empresas deportivas para mejorar el rendimiento de los atletas, pero esos altos costos se trasladan a los consumidores, volviéndolo un sector más de lujo que de esparcimiento.
Quedó atrás el tiempo en el que sólo era necesario un balón para el disfrute del deporte. Ahora son indispensables herramientas como el VAR (Video Assistant Referee) para apoyar a los árbitros, o los balones con sensores para precisar las jugadas y para medir el desempeño físico de los atletas.
Otro elemento que se adhiere a la nueva forma de ver el deporte son las apuestas. De hecho, actualmente las principales ligas profesionales están vinculadas con empresas oficiales de apuestas deportivas por concepto de patrocinios. De acuerdo al sitio especializado Apuesta Legal, solamente en México este mercado está valorado en más de dos mil millones de dólares y supera los 40 mil millones de dólares a nivel mundial.
El vínculo entre el deporte y el ocio está más presente que nunca. Recientemente el entrenador de la selección nacional de futbol varonil de Uruguay, Marcelo Bielsa, planteó que “el futbol es propiedad popular, porque los pobres tienen muy poca capacidad de acceso a la felicidad, porque no disponen de dinero para comprarla, entonces el futbol les permite ese acceso”. Sin embargo, más allá de esa frase romántica, la realidad es que empresas de televisión de paga o streaming como Max, Disney +, Apple TV o Amazon Prime controlan las transmisiones de los principales eventos deportivos en el mundo, convirtiendo a los derechos de transmisión en el activo más valioso de los equipos. De este modo, los “paquetes de entretenimiento” para los aficionados se vuelven una decisión de consumo que tendrán que sumar a la visita al estadio y a la compra de la playera de la temporada.
El uso de las tecnologías cambia el panorama para todos. El foco está en cómo los atletas se venden y qué es lo que hay detrás de ellos, pues su vida profesional y personal estará al alcance de todos en pantallas móviles.
En un París dominado sorpresivamente por la izquierda, las olimpiadas serán el escenario ideal para determinar el rumbo que seguirán las economías, pues actualmente existe una disyuntiva entre un perfil consumista y uno sustentable.
Hoy el gran reto está en saber exponer las necesidades que la humanidad tiene en términos de paz, de ahorro energético y tendencias cada vez más sustentables, reorganizadas ya no por la flexibilidad de moverse en todo el mundo, sino de adaptarse a las potencialidades de cada región económica. Aquí está el gran reto olímpico.