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La metamorfosis del alma en el cine de Darren Aronofsky

Influenciado por el psicoanálisis y con un enfoque distintivo en la espiritualidad, el director neoyorquino ha creado un legado cinematográfico que desafía, perturba y en última instancia, ilumina la condición humana.

Réquiem por un sueño.

Réquiem por un sueño.

JOSÉ TAPIA

En el panorama del cine contemporáneo, cada vez más saturado por películas de superhéroes o remakes, el estadounidense Darren Aronofsky se erige como un explorador innato de las profundidades del espíritu humano. 

A pesar de los numerosos premios que ha obtenido a lo largo de su carrera y de su estatus como director de culto, así como de las duras críticas recibidas —particularmente por ¡Madre! (2017) y La fuente de la vida (2006)—, ha logrado conservar su estilo distintivo y su capacidad para diseccionar la condición humana, como lo demostró recientemente en La ballena (2022). 

Sus películas, lejos de ser mero entretenimiento, son ventanas a los rincones —tanto los más oscuros como los más luminosos— de nuestra psique. A través de su lente, somos testigos de las luchas internas que nos definen y de las transformaciones que moldean nuestra existencia. El director examina la tensión entre opuestos, como la mente y el cuerpo, lo puro y lo perverso, la realidad y la ilusión. Por medio de su filmografía ofrece una visión a menudo inquietante de estas dicotomías. 

EL PSICOANÁLISIS COMO BRÚJULA NARRATIVA 

La influencia del psicoanálisis en la obra de Aronofsky es palpable. Sus personajes, atormentados por batallas internas y obsesiones, se convierten en vehículos para explorar los conceptos freudianos y jungianos de la psique humana. En Pi (1998) su ópera prima, Max lucha contra sus propios demonios, manifestados en forma de migrañas debilitantes y alucinaciones paranoides. Esto refleja la teoría freudiana del conflicto entre el ego y el id, donde los deseos reprimidos y los miedos inconscientes emergen a la superficie de la conciencia. 

En Réquiem por un sueño (2000), la adicción se presenta no sólo como un escape de la realidad, sino también como una manifestación distorsionada de deseos reprimidos y traumas no resueltos. Los personajes buscan en las drogas una satisfacción que no pueden encontrar en sus vidas cotidianas, ilustrando la teoría freudiana de la sublimación y el desplazamiento. 

Cisne Negro (2010) quizá sea el ejemplo más claro de la aplicación del pensamiento psicoanalítico en el cine de Aronofsky. La transformación de Nina Sayers es un viaje al corazón del concepto jungiano de la “sombra”. A medida que la protagonista lucha por encarnar tanto al cisne blanco como al negro en El lago de los cisnes, la famosa obra de Tchaikovsky, se ve obligada a confrontar y, finalmente, integrar los aspectos “oscuros” de su personalidad. Este proceso se revela de manera visceral y perturbadora en la pantalla. 

Cisne Negro.
Cisne Negro.

LA ESPIRITUALIDAD COMO HILO CONDUCTOR 

A pesar de su enfoque en los aspectos más oscuros de la psique humana, la obra de Aronofsky está impregnada de una profunda búsqueda espiritual que no se manifiesta necesariamente en términos religiosos tradicionales, sino como una aproximación a lo significativo en un universo aparentemente sin sentido. 

En La fuente de la vida aborda directamente la trascendencia. La película entrelaza tres narrativas en torno a la búsqueda de la inmortalidad y el significado de la existencia. A través de la figura del árbol de la vida, el director crea una metáfora poderosa de la conexión entre lo terrenal y lo divino. 

La espiritualidad a menudo se expresa en su filmografía como una búsqueda de perfección o iluminación. En El luchador (2008), Randy “The Ram” Robinson busca la redención a través de su arte, la lucha libre. (Spoiler) Su final puede interpretarse como un acto de auto sacrificio, una ofrenda a los dioses de la arena que le han dado sentido a su vida, así como al público. 

Incluso en sus obras más sombrías, como Réquiem por un sueño o ¡Madre!, la búsqueda espiritual está presente, aunque a menudo distorsionada o frustrada. Los personajes aspiran a trascender, ya sea a través de las drogas, el arte o la maternidad, pero sus intenciones se ven corrompidas por fuerzas más allá de su control. Esta tensión entre la espiritualidad y la realidad material es una constante en la filmografía del director estadounidense. 

Es interesante notar los paralelismos entre Aronofsky y otro maestro del cine psicológico: David Lynch. Ambos comparten una fascinación por lo onírico y lo surreal, utilizando imágenes perturbadoras y narrativas no lineales para explorar las profundidades de la psique humana, así como música creada especialmente para la obra —generalmente a cargo de Angelo Badalamenti en el caso de David, y Clint Mansell en el de Darren—, la cual actúa como un amplificador de las emociones y un constructor de atmósferas intensas. Al igual que Lynch, Aronofsky difumina con frecuencia las líneas entre la realidad y la fantasía, sumergiendo al espectador en mentes inestables donde las alucinaciones se entrelazan con la realidad. Sin embargo, mientras Lynch se inclina hacia un surrealismo más abstracto, Aronofsky se ancla en narrativas más concretas y personales, manteniendo una humanidad reconocible en sus personajes.

El luchador.
El luchador.

LA DUALIDAD 

La dualidad es un tema recurrente en la filmografía de Aronofsky, que añade capas de complejidad a sus filmes. La convergencia de los opuestos no sólo enriquece sus historias, sino que ha generado un gran impacto cultural. Sus películas han tocado temas tabúes como la adicción, la obesidad y la violencia, lo que suele provocar controversia, pero también ha contribuido a visibilizar problemas sociales importantes que sirven como un espejo de la naturaleza contradictoria de la existencia humana. 

En Pi, la dualidad se presenta en la tensión entre el orden y el caos. Max Cohen busca patrones matemáticos en el aparente desorden del universo, reflejando la lucha eterna entre nuestra necesidad de comprender y controlar, y la naturaleza inherentemente caótica de la realidad. 

Réquiem por un sueño explora la relación entre el placer y el dolor, el sueño y la pesadilla. Los personajes persiguen sus deseos más profundos, sólo para descubrir que eso puede llevar a la destrucción. Se trata de un estudio desgarrador de cómo nuestros anhelos más puros pueden transformarse en nuestros verdugos más crueles. 

En El luchador, Randy “The Ram” Robinson vive entre dos mundos: el de la arena, donde es una leyenda admirada, y su vida cotidiana, donde trabaja en un supermercado y lucha por encontrar conexión mientras va recogiendo lo poco que queda de sí mismo, a consecuencia de sus acciones. Esta división refleja la batalla interna que muchos experimentamos entre nuestras identidades públicas y nuestros verdaderos yoes. 

En ¡Madre!, existe una tensión entre la creación y la destrucción. La película puede interpretarse como una alegoría de la relación entre el artista y su obra, o entre la humanidad y la naturaleza. En ambos casos, Aronofsky explora cómo el acto de crear conlleva inevitablemente un elemento de destrucción, y cómo el amor puede transformarse en su opuesto. 

La ballena presenta la dualidad entre el aislamiento físico y el deseo de intimidad emocional, entre el autodesprecio y el amor incondicional. Charlie, el protagonista, está atrapado en un cuerpo que se ha convertido en su prisión, mientras que su espíritu anhela conexión y redención. 

¡Madre!
¡Madre!

LA ETERNA METAMORFOSIS 

El cine de Darren Aronofsky se erige como un testimonio poderoso del alma humana, desafiándonos a cuestionar nuestras percepciones y a abrazar la complejidad de la existencia. En un mundo cada vez más fragmentado y alienante, su obra nos recuerda la importancia de la introspección y la búsqueda de significado. 

En última instancia, el cine de Aronofsky es una celebración de la metamorfosis como fuerza vital: el cambio, aunque a menudo temido, es la única constante en nuestras vidas. Sus personajes se convierten en espejos que reflejan nuestras propias luchas internas y deseos contradictorios, recordándonos que es en la reconciliación de los opuestos donde podemos encontrar nuestra humanidad.

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