Los helmintos o lombrices son los parásitos más comunes. Imagen: Adobe Stock
Un desparasitante es un medicamento seguro y efectivo dirigido a eliminar microorganismos del cuerpo. Se trata de una herramienta valiosa para tratar y prevenir diversos padecimientos. También ayuda a disminuir el riesgo de sufrir anemia, malnutrición, males intestinales crónicos y más.
Sucede que existen parásitos que encuentran caminos para ingresar a una persona. Dos de sus transportes principales son los comestibles y agua contaminados. Otra vía de ingreso es el contacto con animales portadores; incluso es posible la transmisión de humano a humano.
Estos agentes nocivos son capaces de causar problemas de diverso calado; en el extremo de lo más grave se halla la defunción.
Lo más difícil de concebir es que se trata, por lo general, de males sumamente prevenibles. Basta con adoptar medidas básicas como cocinar los alimentos de modo correcto, lavarse las manos frecuentemente, desinfectar frutas y verduras antes de servirlas y no beber agua de dudosa calidad. También es importante asegurarse de almacenar bien los comestibles, por ejemplo, mantenerlos a temperaturas adecuadas para prevenir su contaminación.
¿QUIÉNES SON?
Los parásitos más comunes son los helmintos, mejor conocidos como gusanos o lombrices, así como las amebas, elementos microscópicos, es decir, imperceptibles. Absorben nutrientes del cuerpo como el hierro y generan pérdida de peso, náuseas, vómito, diarrea, desnutrición y anemia.
Entre los parásitos que pueden contaminar los productos frescos y causar enfermedades en las personas están los siguientes:
Cryptosporidium parvum: provoca gastroenteritis severa no tratable. Sus efectos son más graves en gente con inmunodeficiencia, incluso acarrea la muerte del portador. Su potencial de contaminación de alimentos está más que demostrado. También han ocurrido brotes de criptosporidiosis relacionados con el consumo de agua.
Giardia lamblia: otra responsable de gastroenteritis. Suele viajar a bordo de hortalizas frescas. Se considera que está presente en casi toda el agua superficial, dado que animales domésticos y salvajes son una fuente de contaminación.
Cyclospora cayetanensis: otro microorganismo que genera casos de emergencia, también asociado con el consumo de alimentos sin la debida desinfección.
Cabe mencionar que aunque se tomen las precauciones de higiene ya enunciadas, no existe total seguridad de vivir libre de parásitos, sobre todo cuando se come con frecuencia en restaurantes o puestos de comida, donde no somos testigos de la preparación de los alimentos.
Por ello es que se recomienda tomar desparasitantes dos veces al año, especialmente en temporadas de altas temperaturas.
CAMBIOS
Hay alimentos que pueden contener gran cantidad de parásitos: carne cruda, pescado, frutas y verduras. Sin las precauciones necesarias, esos comestibles pueden convertirse en el transporte de organismos al interior del cuerpo humano. No se necesita mucho para que un producto se contamine, basta con colocarlo en una superficie sucia, como una mesa o la palma de la mano.
Familias que interactúan con mascotas, generalmente perros y gatos, deben recurrir a la desparasitación, ya que los animales de compañía suelen portar agentes nocivos. Cabe mencionar que también existen desparasitantes para ellos.
Hay otras medidas de tipo hogareño para disminuir el riesgo de contraer parásitos: cambiar toallas y sábanas de la cama con frecuencia, o limpiar y desinfectar toda la casa después de desparasitarse. Sucede que, una vez expulsados, pueden dejar huevecillos fuera del huésped, lo que puede representar su retorno al organismo.
La desparasitación elimina estas amenazas para la salud y es un recurso eficaz a la hora de prevenir y tratar las infecciones que acarrean, reduciendo sensiblemente el riesgo de sufrir males intestinales. Niños y personas con sistemas inmunológicos debilitados son especialmente vulnerables, por lo que es indispensable brindarles una atención oportuna. Eso sí, es mejor que el fármaco sea indicado por un profesional de la salud, ya que la dosis pertinente depende de las características personalísimas del individuo, como su edad, su perfil y su historial.
POR TODOS LADOS
Incluso cuando no comemos en la calle o cuando nos lavamos mucho las manos y desinfectamos la comida religiosamente, como los parásitos intestinales están por todas partes, la infección sucede.
Se trata de uno de los impuestos de vivir en sociedad; así como compartimos virus, compartimos parásitos intestinales. Los fármacos para reducir la posibilidad de contraerlos y evitar complicaciones son nuestros aliados.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la infección por gusanos intestinales afecta a un mínimo de dos mil millones de personas a nivel mundial, es decir, se trata de una amenaza considerable para la salud pública.
Los parásitos pueden causar malnutrición en los niños y disminuir sus posibilidades de crecer, desarrollarse y aprender. Cabe mencionar que, cuando recibe tratamiento, el infante muestra un aumento invaluable de la memoria a corto y largo plazo, así como de su capacidad de razonamiento y de comprensión lectora.
El organismo internacional calcula que entre un 20 y un 30 por ciento de todos los latinoamericanos están infectados por helmintos intestinales, mientras que la cifra en los barrios pobres llega a alcanzar el 50 por ciento de sus poblaciones.
La sociedad no presta la atención debida a los parásitos. Muchas veces por desconocimiento. Otras veces, se comprende que son una amenaza, pero no se realizan las acciones mínimas para evitar el contacto y la posible infección. La escasa preocupación y un falso sentido de seguridad juegan en nuestra contra. No se contempla el daño que pueden ocasionar y la necesidad de erradicarlos.
Es un asunto de responsabilidad compartida, de pacientes y médicos, que nos remite a un momento anterior a la consulta y el tratamiento subsecuente. Finalmente, conviene recordar que muchas parasitosis pueden evitarse echando mano de dos buenos hábitos: limpieza y desinfección.