Es muy difícil renunciar al poder. Es adictivo y quien lo ejerce cree que mantenerse en la silla es indispensable para el buen futuro de su patria. Rodeado de barberos que disfrutan y se aprovechan del poder de su jefe, le dan cuerda para que no lo deje. No quieren quedarse desamparados.
Proyectos y hasta países enteros, hay que ver el desastre en Venezuela donde hoy hay elecciones, se han arruinado por líderes renuentes a renunciar al poder. Un líder eterno va haciendo del país un reflejo de sus manías, sin importar mucho cuán disfuncionales sean. La edad va deteriorando las capacidades cognitivas y el miedo a morir o a ser destronado fácilmente lleva a la paranoia. Entre más tiempo se haya gobernado, más agravios se generan contra quienes están ansiosos de vengarse en el momento oportuno.
Por eso es notable la decisión de Joe Biden de finalmente cumplir la promesa que hizo durante la campaña presidencial del 2020 de no postularse para un segundo mandato. Aunque el haberlo hecho tan tarde dificulta al partido elegir al mejor candidato posible a través de un proceso electoral abierto, es mejor más tarde que nunca. Su vicepresidenta, Kamala Harris, no sólo se quedará con la nominación, sino que está agarrando tracción entre el electorado.
El contraste con México es revelador. La regla de la no reelección, que hasta donde se sabe AMLO nunca propuso cambiar, lo obliga a dejar la Presidencia el próximo 31 de septiembre. Pero ¿renunciará a ser el poder tras el trono?
En el pasado el presidente electo poco a poco iba dominando el escenario y posicionando su agenda. AMLO empezó a tomar decisiones como cancelar el aeropuerto de Texcoco antes de tomar el poder.
Ahora quiere heredarle a Claudia Sheinbaum compromisos de gasto público y varias reformas constitucionales. La más visible ha sido la de desaparecer al actual Poder Judicial para construir otro a partir de la elección por voto popular de jueces, magistrados y ministros.
Es difícil saber qué tan convencida está Claudia de la pertinencia de la reforma al Poder Judicial. Su reacción inicial, el 10 de junio, fue: "Que se haga una discusión amplia en estos meses para que se conozca; por ejemplo, cuántos jueces de distrito hay, poca gente sabe cuántos hay en el país, cuántos magistrados. Que se conozca la reforma que se envió y que se abra esta discusión". Ahora parece inclinarse a que hay que aprobarla en septiembre como desea AMLO, aunque gente cercana a ella cree que la podrá matizar.
Contra la tradición de nombrar al gabinete la víspera del cambio de gobierno, con lo cual el presidente saliente tenía mucho menos influencia, hoy ya está prácticamente nombrado todo. AMLO hasta se le adelantó públicamente en varios nombramientos.
Hay quienes creen que a partir del 1 de octubre todo cambiará y ella se posicionará en el poder. Se verá. Pero los vínculos personales de AMLO con varios de los miembros del gabinete de su sucesora y con muchos de los liderazgos legislativos y estatales lo hace más difícil.
Mucho dependerá de qué decida AMLO. ¿Aceptará realmente renunciar al poder confiado de los amarres que está dejando? ¿O estará pendiente de cada movimiento que él perciba como contario a su visión de país y actuará en consecuencia?
A diferencia con el caso de Biden, acá no hay fuerzas visibles pidiéndole, y menos exigiéndole, a AMLO contener su poder. Biden terminó por ceder ante los altos jerarcas del Partido Demócrata y sus principales donantes. No es dueño de su partido, como AMLO lo es de Morena.
Suele decirse que el hombre más poderoso del mundo es el presidente de Estados Unidos. No es cierto. Enfrenta todo tipo de restricciones, las más importantes internas. Biden reconoció las suyas. AMLO sí es el presidente más poderoso que ha tenido México, ante una sociedad que acata sus ocurrencias sin rechistar.
@carloselizondom
ÁTICO
¿AMLO renunciará realmente al poder o estará pendiente de cada movimiento que perciba como contrario a su visión de país?