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El muchacho que nunca mentía

SERENELLA VERRI

Hace mucho tiempo atrás, en las hermosas llanuras del Tíbet, se extendían hermosos reinos coronados por la nevada cumbre del Himalaya, en donde cada mañana, al salir el sol, iluminaba la nieve de las montañas, las cuales brillaban como el oro más puro.

En aquel tiempo existió un bello reino, era gobernado por un rey justo al cual todos admiraban y respetaban por su humildad, este Rey había sido premiado por los espíritus de la naturaleza haciendo que una de sus yeguas pariera un hermoso semental color azabache al cual nombró Melongi, no sólo era un hermoso caballo, sino también había nacido con el don de hablar y entender las conversaciones con los humanos. Al tener una criatura tan espectacular el Rey encargó su cuidado al mejor de sus caballerizos, un chico muy especial, de familia plebeya, pero con sólidos valores morales, este muchacho se distinguía por ser incapaz de decir una mentira, sólo la verdad, por lo cual al Rey le pareció la persona más confiable para cuidar a su hermoso caballo, Melongi. El muchacho y Melongi durante su crecimiento y crianza llegaron a ser tan unidos que hasta el mismo Rey permitía que el muchacho a pesar de no ser noble lo montara cada mañana para ver el amanecer, el muchacho era tan feliz que cada mañana agradecía esa suerte diciendo: "Te amo Melongi" y disfrutaban juntos, cabalgaban y admiraban a la naturaleza como dos buenos compañeros.

Por ser el caballo más querido por el Rey Melongí, contaba con su propio establo lejos del palacio, al pie de los Himalayas en donde se sentía más feliz y podía correr con libertad. Un buen día llegó el anuncio que venía el primo del rey, cuyo reino era vecino al suyo junto con su hermosa hija. El primo del rey era un hombre muy competitivo y algo envidioso de su primo por lo que el motivo de su visita era mostrar sus riquezas, la hermosura exquisita de su única hija, Dakini y a Sumaki, la bellísima yegua plateada que cantaba con una voz tan dulce que hasta las piedras se conmovían y de ellas brotaba el agua como manantiales. A pesar de que su reino era uno de los más grandes, este monarca quería tener más y más para hacer todos ellos uno solo. Los dos reyes se juntaron aquel día para cenar y tomar el té, el primo del rey competitivo como siempre le dijo: - Como ves querido primo, no eres el único en poseer una criatura extraordinaria como Melongi, mi hermosa hija Dakini, llegó a tu reino montada sobre su yegua Sumaki, la yegua plateada con canto de oro.

- Es verdad querido primo- contestó el rey bondadosamente - sin embargo, yo poseo algo más grandioso que Melongi, su cuidador, el muchacho que lo crió desde que nació, es incapaz de decir una mentira, sólo puede decir la verdad, en estos tiempos de tentaciones y codicias eso es una de las maravillas más grandes que puede haber en este mundo.

El primo escéptico le respondió. - Un muchacho que nunca miente, no lo creo querido primo y sí eso es verdad, hagamos una apuesta, si realmente tu muchacho es tan honesto y lo prueba, yo te prometo darte la mitad de mi reino -dijo el primo muy confiado.

- Te aseguro que mi muchacho probará su honestidad por lo que aceptó al reto la mitad del reino de uno de nosotros será la apuesta a cumplir. Al terminar la cena, ya en sus aposentos el rey competitivo, era además muy codicioso ¿Qué pasaría si este mozo de cuadras resulta ser honesto y pierdo la mitad de mi reino?, su hija, la princesa, al escuchar su preocupación le dijo mientras adornaba su brillante cabello negro como la noche con guirnaldas de perlas.

- No te preocupes, querido padre, yo tengo un plan para descubrir el punto débil del muchacho y que tú no pierdas tu reino, tú solo deja todo en mis manos. A la mañana siguiente el mozo de cuadra y Melongi conversaban frente a la cabaña del joven sobre que hermoso había sido el desfile de recibimiento al rey vecino y su corte.

El muchacho suspiraba- Que hermosa es la hija del rey vecino, jamás había visto mujer más hermosa. Sus ropajes de las telas más finas, su cuello coronado con hermosos collares de coral, coronado en el medio con una perla dzi, además de un hermoso Gau de oro que es prueba de su posición, sus delicadas orejas adornas con hermosos aros de oro decorados con turquesas para para protegerse de los malos espíritus y sus cabellos tan hermosos como una cascada de seda negra en un hermoso tocado de perlas- suspiraba, enamorado.

Mientras que Melongi contestaba - No está nada mal, pero a mí quien me pareció más hermosa fue Sumaki, su yegua plateada con la voz de oro. Ambos amigos rieron avergonzados de esos comentarios, cuando a lo lejos vieron acercarse a una muchacha sencillamente vestida, cuando estuvo más cerca, con voz desfallecida se dirigió al joven - Por favor buen hombre sírvame un poco de agua que vengo de muy lejos. El mozo de cuadras le ofreció un pocillo de agua y pudo observar a pesar de su ropa sencilla, era una muchacha muy hermosa, de largo cabello negro como la noche trenzado en 108 trenzas según la creencia budista, una chaqueta gruesa, una falda negra de piel, alrededor de su cintura colgaba un delicado ghangen de plata, tenía la piel de porcelana y ojos almendrados. Era una delicada belleza propia de las pastoras del país, pero con la piel aún más luminosa como iridiscente.

El joven caballerizo quedó impactado y su corazón cautivado. La joven, en un movimiento audaz, le susurró con su hermosa voz- Noble señor mi nombre es Manjari, soy una pobre huérfana y no tengo nada en el mundo. Al morir mis padres, sus competidores se quedaron con su pequeño ganado de yaks le suplico, permítame quedarme a su lado y servirle. El mozo de cuadra, quien se llamaba Prajna, conmovido y ya hechizado por su belleza le contestó -Viviremos juntos tú y yo, más no como mi sirvienta, sino como mi mujer. A partir de ese momento salían cada mañana montados en el lomo de Melongi, a observar las mañanas de oro de los Himalayas, ella lo ayudaba con las tareas de la casa y se amaban bajo las estrellas que adornaban el cielo de su cabaña, bañándose juntos en las aguas termales bajo las colinas. El joven, que nunca había conocido los placeres de una mujer, simplemente se dejó llevar por la pasión, por el amor que ella le inspiraba. Así pasaron un par de meses, hasta que un buen día la muchacha empezó a manifestar dolores frecuentes, el mozo de cuadra, conocedor de todo el herbario de las montañas, le preparaba tés y caldos reconstituyentes, sin embargo, ella parecía no mejorar. Una noche mientras ella se quejaba del dolor le dijo- Es en este momento que necesito que pruebes si es verdad, el gran amor que sientes por mí, antes de dejar mi pueblo en las montañas, la anciana de la aldea nos contó que cuando uno es aquejado por enfermedades dolorosas y largas como la que tengo, la única cura es un caldo hecho con el corazón de una criatura bendecida con un don sobrenatural, si realmente me amas necesito que me prepares ese brebaje con el corazón de Melongi.

Al oír estas palabras, el joven salió de su cabaña apesadumbrado, mientras que en ella se dibujaba una maligna sonrisa de triunfo -Cayó en mi trampa padre, no perderás tu reino, susurró para sí misma. El joven corrió desesperado en medio de la puesta del sol y al ver a Melongi pastando tranquilamente, se acercó a él, acarició sus crines sedosas y con voz lastimera le dijo- Mi amada, está muy enferma querido amigo, la única cura para su mal es un brebaje hecho con tu corazón, quiero salvarla, sin embargo, soy incapaz de matarte, eres mi fiel amigo. Melongi sintió compasión al verlo tan abatido, como nunca antes, hizo un resoplido y le preguntó: -¿La amas más que a mí? , el joven que no mentía le respondió.

- No me hagas esa pregunta porque no quiero herirte, sólo sé que quiero salvarla, pero a ti también te quiero. Melongi comprendió que, por más cariño, que su amigo humano le tuviera, su corazón pertenecía ya a esa mujer y ese deseo entre salvarla a ella y no matar a su amigo lo estaban haciendo pedazos. Miró al joven con esa dulzura que sólo puede existir en los grandes ojos de un animal amigo y le habló con esa voz cristalina tan parecida a la de un ser sobrenatural

- No te preocupes, querido Prajna, yo encontraré la solución, lo único que te pido es que esta noche me traigas a Sumaki, al tener tú acceso a las caballerizas reales, podrás sacarla, pues quiero apreciar su pelaje de plata y hablarle aunque ella sólo me responda con su canto. El mozo hizo lo que le pidió Melongi, llevó a Sumaki ante su presencia y observó cómo el hermoso y negro corcel, desaparecía con la yegua de plata en lo más profundo del valle en medio de esa noche sin estrellas… A la mañana siguiente cuando fue a buscar a Melongi y a Sumaki, encontró a su hermoso amigo muerto a los pies de la yegua quien entonaba una lastimera letanía, al acercarse a su amigo pudo ver que había comido unas hierbas venenosas de la montaña hasta morir, para que él no tuviera que mancharse las manos con su sangre y pudiera llevar el brebaje de su corazón para su amada.

El joven se echó a su lado como cuando eran pequeños y lloró de pena y de agradecimiento por ese amigo tan fiel, tan bondadoso y más humano que cualquier ser que él hubiera conocido. Unas horas más tarde llegó a la cabaña con el brebaje hecho del corazón de Melongi, pero, al entrar a su pieza, encontró la cama perfectamente hecha y vacía, la muchacha había desaparecido, lo había engañado…su corazón terminó de romperse aquel día. El único rastro de su presencia era una pequeña perla dzi, agrietada al pie de la cama que ambos habían compartido. Días después, el joven acomodaba piedras en la tumba de Melongi, estaba devastado por una mujer cruel, había sacrificado a su mejor amigo y no sólo eso, cuando el Rey supiera que su caballo sagrado estaba muerto, no quería ni pensar en el castigo que sufriría estando de pie frente a la tumba intentó practicar una mentira, su primera mentira más apenas salieron las palabras, las piedras de la tumba se cayeron y el joven comprendió que debía dar la cara al Rey y decirle la verdad, no tuvo que pensarlo mucho, pues en aquel momento llegaba un guardia del Palacio a escoltarlo ante el Rey quien hacía tiempo no veía a su semental y quería saber cómo se encontraba.

El joven estaba muy nervioso cuando llegó ante el Rey y su primo, el bondadoso Rey le preguntó - Mi querido muchacho hace tiempo que no veo a mi hermoso semental, ¿me puedes decir que ha ocurrido con el hermoso Melongi en todo este tiempo? -Su alteza, debo deciros la verdad, Melongi, mi amigo, está muerto por mi culpa, por amor a una mujer deshonesta él dio su vida, así que mi Rey estoy dispuesto a recibir el castigo que merezco, lamento haberlo decepcionado su Majestad. Perdí a mi amigo, el amor de verdad en realidad no existe, ya lo he comprendido-contestó adolorido.

El buen Rey conmovido por su honestidad, le dijo dulcemente-: -Querido muchacho, cómo has podido decepcionarme si me has hecho ganar la mitad de un reino. El primo del Rey, arrepentido por el dolor que el muchacho que sentía por causa del plan de su hija, también participó diciendo- Es cierto muchacho y la otra mitad de aquel reino puede ser tuya, si tú lo deseas mediante el matrimonio, porque el amor de verdad sí existe.

Terminadas sus palabras, hizo su entrada al salón del palacio su hija, la princesa más hermosa que nunca montada sobre Sumaki, sin bridas sólo acariciándola con sus manos. Sus cabellos estaban trenzados de la misma forma en que Prajna la vio por primera vez con 108 trenzas, sus brillantes aros de oros coronados de turquesas, un enorme anillo de plata rematado son un soberbio lapislázuli y en magnífico collar de corales faltaba la perla dzi que el joven encontró en su cama, el día que ella desapareció. - Eres tú la muchacha de la montaña- exclamó él asombrado.

- Si soy yo, la muchacha deshonesta, quien te quitó a tu amigo y tu felicidad, desde que nos separamos nunca pude olvidar mi mala acción ni los momentos felices que vivimos juntos cuando yo no era la princesa, sólo una simple plebeya. Comprendí que te hice daño al verla a mi sagrada perla dzi agrietarse y negarme su protección por mi mala acción. Es por eso que te pido con humildad que vivamos como esposo y esposa. Si aún me amas.

El joven que no mentía le contestó asombrado y conmovido-: -Te amo, nunca deje de amarte a pesar del dolor que me causaste. Dicho esto le devolvió la perla dzi, la cual milagrosamente estaba intacta, lo que era un claro mensaje de bendiciones de los Dioses. La princesa suspiró y dijo-: "Soy afortunada, Sumaki en señal de luto por Melongi ha decidido no volver a cantar nunca más, se encuentra esperando un potrillo suyo y nacerá casi al mismo tiempo que nuestro hijo- al decir eso la princesa colocó la mano del mozo en su vientre y prosiguió.

- Ellos serán como tú y Melongi. Nuestro hijo y el potrillo serán amigos toda la vida y ninguna mentira, ninguna apuesta los va a separar jamás…Según se cree, aquel niño se convirtió en el Rey Song Tsen Gam Po, famoso por instruir el budismo en el Tíbet y el desarrollo del alfabeto Tibetano. Se dice que este mítico Rey llevó al reino del Tibet a su máxima expresión, expandiendo sus fronteras hasta entrar en China con 40 millones de habitantes. Convirtió al País de las Nieves, hasta entonces un estado feudal, en una nación más pacífica y unificada, cumpliendo la larga ambición de su abuelo materno.

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