El estrés es una respuesta natural del cuerpo y la mente ante situaciones que percibimos como amenazantes. Cuando enfrentamos algo que nos causa presión o nos hace sentir incómodos, nuestro cuerpo libera hormonas, como el cortisol y la adrenalina, que preparan al organismo para reaccionar. Este estado de alerta puede ayudarnos en algunos casos, como en situaciones de emergencia o en momentos que requieren un esfuerzo adicional, pero, cuando el estrés es prolongado o excesivo, puede afectar negativamente nuestra salud física y mental.
El estrés no es solo una preocupación de los adultos; los niños también pueden experimentarlo, y sus efectos pueden ser profundos en su desarrollo emocional y físico. Hoy en día, los niños enfrentan muchas presiones, ya sea en la escuela, en actividades extracurriculares o en sus relaciones sociales. Aprender a manejar el estrés en esta etapa de la vida es esencial para su bienestar y para desarrollar habilidades que les ayudarán a enfrentar desafíos en el futuro.
Las causas del estrés infantil son variadas y dependen de cada niño. Los factores más comunes incluyen las expectativas académicas, problemas familiares, conflictos con amigos y la presión por destacar en actividades deportivas o artísticas. El uso constante de tecnología y la exposición a redes sociales también pueden generar estrés, al comparar sus vidas con las de otros o experimentar ciberacoso.
El estrés prolongado puede afectar la salud mental y física de los niños; Pueden experimentar dolores de cabeza, problemas de sueño, dolores de estómago y fatiga, también, provocar ansiedad, irritabilidad, problemas de concentración y cambios en el estado de ánimo. En casos extremos, puede llevar a trastornos como depresión o ansiedad crónica en la adolescencia y adultez.
Es esencial que los niños aprendan desde temprana edad cómo manejar sus emociones y situaciones estresantes, ¿Cómo?
• Permitiendo que los niños expresen sus emociones y sentimientos sin temor al juicio les da un espacio seguro donde sentirse comprendidos y escuchados.
• El ejercicio es una excelente forma de liberar tensiones. Las actividades deportivas, bailar o simplemente jugar al aire libre ayudan a reducir los niveles de estrés.
• Enseñarles a respirar profundamente o a hacer ejercicios de mindfulness adaptados a los niños puede ser muy beneficioso.
• Si aprenden a gestionar su tiempo y la importancia de descansar adecuadamente también les reduce el estrés, permitiéndoles recuperar energía para enfrentar nuevos retos.
Los adultos jugamos un papel fundamental en ayudar a los niños a manejar el estrés. Padres y maestros podemos servir de guía y modelo al mostrar maneras saludables de lidiar con situaciones difíciles. Fomentar un ambiente de apoyo y comprensión, en lugar de uno competitivo o crítico, ayuda a los niños a sentirse seguros y a confiar en sus habilidades.
Enseñar a los niños a manejar el estrés es una inversión en su bienestar presente y futuro. Proveerles herramientas y apoyo para enfrentar las dificultades con resiliencia les permitirá crecer emocionalmente y convertirse en adultos equilibrados y seguros. La salud mental de los niños es tan importante como su salud física, y el manejo adecuado del estrés es clave para proteger ambos aspectos.
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