Reconstrucción de los 'Vuelos de la muerte'. (ARCHIVO)
Al abordar los “vuelos de la muerte” durante la "Guerra Sucia" en México, la Dra. Adela Cedillo, profesora asistente en el Departamento de Historia de la Universidad de Houston, señala que la desaparición forzada es una de las tácticas para infligir “el máximo castigo, el máximo sufrimiento humano posible”.
Y se consigue al cancelar uno de los rituales más antiguos y sagrados que la gente tiene, el ritual de duelo que es la posibilidad de despedirse de sus difuntos. Práctica que hasta algunos animales, incluyendo primates hacen.
Desaparición forzada, principio de la contrainsurgencia
Explica que en todos los países donde se desarrolla la contrainsurgencia moderna está el principio de desaparecer personas para generar terror social e inhibir la participación de la gente con las guerrillas.
“Creo que lo más escalofriante de los vuelos de la muerte es que su objetivo es causar daño moral, no hay un objetivo estratégico, a gente que ya está derrotada, desarmada, que la tuvieron presa clandestinamente, torturada, vencida; ya que muchos de ellos seguramente murieron en la tortura o de desnutrición por la comida infame que les daban, un bolillo y frijoles podridos eran lo que comían diario, según los presos que lograron sobrevivir ese infierno”.
‘El objetivo es causar dolor y causar terror’
Para la historiadora, los “vuelos de la muerte” no cumplen ningún objetivo militar en el sentido de vencer más fácilmente al enemigo al tirar gente al mar, pero sí hacen que la gente prefiera no apoyar a la guerrilla, ya no colaborar.
Indica que a pesar de ser clandestinos y no saberse en ese tiempo quién los operaba, “era un secreto a voces que se tiraba gente al mar, porque el mar devolvía los cadáveres o los pescadores encontraban huesos en sus redes, es mentira que no se supo nada”.
Afirma que siempre se supo que se tiraba gente al mar, el secreto era saber a quiénes tiraban, cómo eran esos operativos, pero todo el mundo se enteró y eso generó mucho terror social, pero no fue suficiente para combatir a las guerrillas, pero sí generó un dolor permanente entre las familias ya que no podrán recuperar a sus seres queridos y hoy la mayoría vive con la incertidumbre sobre qué les pasó.
“Ese es uno de los crímenes más grandes del Estado mexicano y del Ejército mexicano porque la desaparición forzada tiene un impacto multigeneracional, afecta hasta tres generaciones, estamos hablando de la generación de las víctimas, sus hijos y sus nietos”.
Cedillo señala que se trata de cientos miles de mexicanos que tienen una conexión con la Guerra Sucia, directa o indirecta.
“Es una mancha que va a quedar por siempre en el gobierno, en el Estado y en la historia porque es algo que en 50 años desde que empezó a pasar no se ha hecho justicia, no se ha investigado, no se ha señalado a todos los culpables, no se han revelado las listas de toda la gente que tiraron al mar...”
La académica expresa que el Estado le ha apostado a proteger al Ejército y mientras siga esa protección nunca se podrá saldar la deuda con las víctimas y como sociedad nunca se le pondrá freno al poder de los militares.
‘Vuelos de la muerte’, práctica en otros estados de México
La doctora en Historia Latinoamericana refiere que los vuelos partían de Pie de la Cuesta en la base aérea militar número 7 en Guerrero y volaban unas dos horas a mar adentro, por lo que se especula tiraban los cuerpos en las costas de Oaxaca.
Destaca que en sus investigaciones encontró que en Sinaloa durante la campaña contra el movimiento estudiantil-guerrillero de los llamados Enfermos y contra el narcotráfico que se yuxtaponen en el tiempo ambas campañas, la Policía Judicial utilizó helicópteros parar tirar al mar tanto a estudiantes como narcotraficantes.
Vuelos de la muerte no documentados
Asegura que también fueron un secreto a voces por décadas, pero nadie había hecho una investigación.
La Dra. Cedillo narra que conoció a un sobreviviente de esos vuelos que se libró de que lo tiraran al mar porque su cuñado era policía judicial, quien lo reconoció y lo ayudó a escapar, pero de otra forma también lo hubieran lanzado.
Afirma que toda la atención se ha concentrado en los de Guerrero, pero así como pasó en Sinaloa, puede haber otros casos del uso de la técnica de tirar gente al mar “pero eso ya es como parte de la historia ultra secreta del Ejército”.
Sobre la práctica en Guerrero, señala que pudo saberse por ser muy masivo, porque los pescadores encontraron huesos en sus redes, porque hubo muchos testigos.