Marianne Toussaint volvió a Torreón. Lo hizo para presentar su libro La torre del pájaro (IMCE, 2024).
Ella, la poeta lagunera, anduvo en verso, en un reencuentro con la tierra que la vio nacer en 1958, con esos vientos y arenas que cubren el paisaje de la región de un color ocre, árido, incluso nostálgico por los recuerdos que le representan.
El evento tuvo lugar la noche de ayer martes en las instalaciones de El Siglo de Torreón. Empezó poco después de las 19:00 horas. Toussaint estuvo acompañada por los poetas Nadia Contreras (quien además es la editora de libro) y el joven Alfredo Castro Muñoz (prometedora pluma y colaborador de la revista Siglo Nuevo).
Se trató de una organización de esta casa editora, en colaboración con el Instituto Municipal de Cultura y Educación (IMCE), institución que editó el libro a través de su colección Viento y Arena. Con el público atento, se dieron los discursos inaugurales y, ante la sala repleta, fue tiempo de la poesía.
Nadia Contreras tomó la voz, la primera en turno. Dijo que el libro de Toussaint “propone una poesóa precisa y provocadora, que se centra en la identidad humana y su búsqueda en un mundo fragmentado”.
Indicó que La torre del pájaro es capaz de generar una dicotomía entre la libertad y las limitaciones, así como entre la memoria y el olvido. Por su parte, Alfredo Castro hizo un repaso por los cuatro capítulos del libro.
“¡Que viva el júbilo y que viva la poesía!”. Destacó la brevedad en la poesía de Toussaint, misma que otorga la contundencia del poema. Por tal motivo, le resultó un libro emocionante. “Una sombra que sobrevuela la ciudad, es para mí La torre del pájaro, de Marianne Toussaint. El extravío es la forma que tienen los pájaros de imitarnos. Sabemos que las aves se desplazan por el aire, con el radar del misterio”.
EN VOZ DE LA AUTORA
Finalmente, Marianne Toussaint habla, como el espíritu de un ave que vuela en el salón.
Ha vuelto a Torreón, a su terruño, al sueño de una ciudad que envuelve su letargo en tolvaneras, cerros de mármol y la memoria de un río que hiere la tierra con su ausencia. Lo ha hecho en un vuelo, en un ave metálica, surcando el cielo como aquel joven Ícaro que cubrió sus brazos de plumas para acercarse al sol que muere en el poniente.
Al momento de tomar el micrófono, la autora habló de cómo sus padres, la poeta Enriqueta Ochoa y François Toussaint se conocieron. Él llegó de Francia y visitó Torreón para presenciar la fundación del primer ejido por el presidente Lázaro Cárdenas. Entonces, el hombre se sentía solo, pero tuvo la idea de asistir a El Siglo de Torreón para preguntar por la sección cultural y de ahí sacar algunos nombres.
Fue así como La Laguna lo llevó a los brazos de doña Queta. Marianne pidió leer. Recordó a la poeta y crítica Margarita Michelena, quien al final de sus días llegó a decir que había que leer poco, porque la poesía era altamente tóxica. Entonces hojeó el libro y se perdió en la propia brevedad de sus versos.
“Es importante poner puntos de referencia en un poema, porque si no el lector se pierde fácilmente”. Leyó: “Con los ojos de una imaginación, levanté mi ciudad”.
“Que no se borre la infancia, ni caiga el aire que resiste las palmeras”.
“La espalda de uno es como la respuesta de Dios”. Dijo la autora.
Y es porque hay una verdad detrás de nosotros vigilando, acercándose, asegurándose de que la visita de Marianne a Torreón no sea soló el espejismo de un encuentro, sino la eternidad de un instante. Larga vida a la poesía.

El evento tuvo lugar la noche de ayer martes en las instalaciones de El Siglo de Torreón (EL SIGLO DE TORREÓN / ENRIQUE CASTRUITA)