Desde pequeños nos repiten una y otra vez que atraemos lo que pensamos; que si tenemos pensamientos positivos, nos pasarán cosas buenas, y que si, por el contrario, nuestros pensamientos se van por el lado negativo, así serán también los acontecimientos que viviremos.
He podido experimentar en carne propia cómo cambiar nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestra actitud hacia la vida ha generado que me vaya mejor y que me sienta mejor con mi entorno y conmigo misma. Cambiar el chip no es nada fácil, pero se puede lograr si nos lo proponemos. La pregunta es: ¿cómo podemos hacer para dominar nuestra mente y nuestros pensamientos?
Cuando todo apunta a que lo que nos va a suceder no tiene nada que ver con lo que deseamos, lo más difícil es pensar en positivo y esperar con todas nuestras fuerzas que lo mejor del mundo nos suceda. Pero estoy convencida -pues así lo he vivido- de que es posible. La mente es lo más poderoso que tenemos, y debemos estar seguros de que es posible atraer lo que pensamos y soñamos, si nos lo proponemos.
Apostar a tu favor siempre, sin importar que las probabilidades estén en tu contra, creer en ti y en que puedes hacerlo, te garantiza tener, por lo menos, la mitad del camino recorrido. Y no hablo de dejar toda la responsabilidad a nuestros pensamientos, sino de acompañar a nuestra mente con acciones encaminadas a lograr siempre nuestros objetivos.
Dejemos de vernos con lástima, dejemos de pensar que somos poca cosa para justificar que no hicimos todo lo posible por triunfar. Dejemos de decir que no tenemos suerte, dinero o salud si, por otro lado, no estamos haciendo lo suficiente para tenerlo. Es muy fácil decir que no tienes suerte, pero andar destilando negatividad a tu paso; o que no tienes dinero, pero no esforzarte en tu trabajo; o que no tienes salud, pero fumar sin medida, no comer sano o no hacer ejercicio. La vida nos presenta las oportunidades, y tú decides tomarlas o no. No puedes cosechar la fruta si nunca sembraste el árbol.
Si vives declarando pobreza, pobreza es lo que tendrás. Quitémonos ese mal hábito de victimizarnos y empecemos a generar un mejor futuro. Lo más importante que debemos cambiar es nuestro autoconcepto y la forma en que pensamos de nosotros mismos para generar ese cambio. No eres pobre, simplemente estás pasando por una mala racha que tú mismo puedes revertir si te lo propones. El dinero va a llegar, lo vas a conseguir, pero tienes que buscarlo.
Lo primero es crear un nuevo estado mental. Recuerda: tu estado financiero es solo un reflejo de tu estado mental. Si en tu mente ves dinero, riqueza, oportunidades y progreso, pronto eso se verá reflejado en tu bolsillo. Y la respuesta no es que el dinero te caerá del cielo, sino que tu mente será lo suficientemente poderosa como para sacarte de tu zona de confort y generar las posibilidades para ganar el dinero que tanto buscas.
Lo segundo a mejorar son las expectativas que tenemos de nosotros mismos. Lo que deseas, lo puedes lograr. No nos conformemos con lo que se nos da de manera fácil. Recuerda que el "no" ya lo tienes y ese no cuesta nada; lo que realmente vale la pena requiere esfuerzo diario. Siempre decide ir a lo grande. PIENSA EN GRANDE Y GRANDE SERÁS.
Lo tercero a mejorar es nuestro lenguaje y nuestros pensamientos. Cambiemos las palabras: dejemos de hablar todo el día de cosas negativas, de problemas, de enfermedades o de que el dinero no nos alcanza, de que todo está mal. Empecemos a ver el lado positivo de todo. Recuerda que en cada ámbito de tu vida puedes ver un problema o una oportunidad para mejorar. El ejemplo más simple es cuando nos preguntan: ¿Cómo estás? Tienes dos opciones:
Decir: "Mal, nada sale como quiero".
O decir: "Bien, trabajando por lo que quiero lograr".
Cambia tus palabras, pásate al carril de la riqueza. Tus palabras crean una nueva vibración.
Está en nuestras manos tener la vida que deseamos. Solo es cuestión de cambiar nuestra forma de pensar, de actuar y de percibirnos. Dejemos de "sobrevivir" y empecemos a "vivir" como queremos. El cambio depende de ti: cambia el chip.
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