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Trastornos alimenticios: una afección que va más allá de la comida

La salud mental influye en la relación con la comida

Trastornos alimenticios: una afección que va más allá de la comida

Trastornos alimenticios: una afección que va más allá de la comida

VIANEY HERRERA

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son tan antiguos como el ser humano. Estos trastornos se caracterizan por alteraciones del pensamiento y la conducta en relación a la comida y el peso, cuyo origen se asocia a factores socioculturales, biológicos, genéticos, conductuales y psicológicos.

En el pasado, el acceso a la comida era una limitante. Los seres humanos dependían de la caza masiva para alimentarse seguida de un periodo de escasez. A partir desde un punto de vista biológico, los atracones funcionaban para acumular tejido graso y compensar los periodos de carencia de alimentos.

Por otro lado, los primeros relatos de patologías alimentarias severas se remontan a la Edad Media. Estas se refieren a cuadros de anorexia nerviosa en relación con abstinencias alimentarias místicas.

La proliferación de estos fenómenos no es algo nuevo y no tiene distinción. Pueden afectar a personas de cualquier edad, origen racial y étnico, peso corporal y género. Incluso, algunas personas que parecen saludables, como los deportistas, pueden padecer algún trastorno alimenticio y estar extremadamente enfermas.

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Vulnerabilidad

De acuerdo con la especialista en trastornos de conducta alimentaria, Manon Chávez, el origen de este grupo de trastornos se debe a una disfuncionalidad que involucra el cuerpo y la mente, y que, además, no ocurre de la noche a la mañana.

Estos se establecen en la vida de la persona como resultado de un largo proceso y la disfuncionalidad se manifiesta a través de la conducta alimenticia, aunque son muchos los factores que la mantienen.

Según la Consejería de Sanidad de Castilla, La Mancha, existen alteraciones neurobiológicas asociadas a estos trastornos. “Las dietas hipocalóricas tienen un efecto sobre el cerebro que modifica los comportamientos y el estado físico y psicológico de la persona”, se lee en el sitio.

Así también, detrás de los síntomas se encuentra un autoestima inestable, dependencia o necesidad de aprobación, un perfeccionismo excesivo, problemas de auto-afirmación en relaciones personales y dificultades para la regulación emocional.

A esto se le añade la exposición a modelos poco realistas, promoción del consumismo desmesurado, intolerancia a la frustración, todos ellos relacionados con la insatisfacción de la propia imagen corporal y tendencia al uso de comida como estrategia para la regulación de emociones.

Entonces, si el origen de los trastornos es complejo, ¿qué los detona? El sitio añade que en algunas ocasiones un suceso puede desencadenar el inicio del problema, tal como una ruptura sentimental, el fallecimiento de un familiar, un comentario desafortunado, entre muchos otros. Estos disparan la vulnerabilidad silenciosa que precedía al detonante.

Los trastornos de la conducta alimentaria afectan la salud mental y pueden causar daños graves a la salud física.
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Los más comunes

La Secretaría de Salud refiere que, en México, se estima que el 25 por ciento de los adolescentes padecen en diferentes grados un trastorno de la alimentación, en su mayoría asociados con algún problema mental. Los tipos más comunes son el trastorno por atracón, bulimia y anorexia nerviosa.

En el trastorno por atracón, las personas comen incluso hasta después de estar satisfechas. Paran hasta que existe una sensación de incomodidad, situación que lleva a sentimientos de culpa, vergüenza y angustia. Estos atracones pueden causar el aumento de peso y obesidad.

A diferencia de las personas que sufren trastorno por atracón, quienes sufren de bulimia llevan a cabo acciones para revertir el atracón, ya sea provocarse el vómito, usar laxantes, realizar ayuno o practicar ejercicio en exceso. Una persona con bulimia puede tener poco peso, peso normal o sobrepeso.

En el caso de la anorexia nerviosa, las personas que la padecen evitan o restringen severamente el consumo de alimentos debido a una distorsión de la imagen corporal por miedo a subir de peso. Se perciben a sí mismas con sobrepeso aún cuando están peligrosamente delgadas. De los tres, la anorexia nerviosa es el menos común pero a menudo es el más grave puesto que tiene la tasa de mortalidad más alta.

En todos, la comida se vuelve un escudo de protección contra aquello que hace daño, para saciar un vacío que no precisamente es físico, enfatiza Manon Chávez.

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Es más común de lo que se cree.

La fuerza de voluntad no basta

Al ser trastornos de origen multicausal, requieren de atención multidisciplinaria. Los planes de tratamiento se adaptan de acuerdo a las necesidades de cada persona. En estos se incluyen:

Psicoterapia individual, grupal o familiar: un enfoque cognitivo conductual puede ayudar a identificar y cambiar pensamientos negativos, patrones de comportamiento y a desarrollar habilidades de afrontamiento.

Atención médica y monitoreo: es necesaria la atención a complicaciones que puede causar este tipo de trastornos.

Asesoramiento nutricional: los especialistas marcarán la guía para comer de forma saludable así como alcanzar y mantener un peso sano.

Medicamentos: en caso de ser indicado por un especialista, el uso de antidepresivos, antipsicóticos o estabilizadores del estado de ánimo pueden ayudar a tratar algunos trastornos alimenticios.

Un comunicado de la Secretaría de Salud expone que, generalmente, las personas acuden en busca de apoyo médico hasta diez años después de presentar los primeros cambios en su alimentación, y es poco frecuente que soliciten atención mental por este tipo de problemas, es decir, acuden cuando tienen un intento suicida o conductas autolesivas graves.

La valoración y diagnóstico tempranos son cruciales para el tratamiento de un trastorno alimentario ya que, además de éste, se presentan por lo menos tres padecimientos más: depresión, ansiedad generalizada o social y estrés postraumático. Con estrategias adecuadas, las personas con un trastorno alimenticio pueden adquirir o retomar hábitos saludables así como recuperar su salud física y emocional.

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